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Los lobos y la violencia callejera

Juan García Luján / Juan García Luján

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Por si alguien tiene alguna duda, aviso que no sé cómo reaccionaría si me ponen a dos metros de unos energúmentos que patearon hasta la muerte a un familiar mío. Reconozco que lo que me pediría el cuerpo no sería conciencia social, ni análisis sociológico del fenómeno de la violencia, ni mucho menos comprensión hacia esa manada de lobos que describió el fiscal del caso.

Pero cuando uno se sienta frente a un micrófono, o cuando escribimos algo que se puede leer desde cualquier casa, no es útil ni necesario una exhibición de nuestras vísceras. Cuando no sabemos quiénes nos están escuchando o leyendo, lo mejor es aportar cosas positivas, que sirvan para avanzar. Por eso los discursos de algunos tertulianos radiofónicos o la confección de algunas portadas de periódicos que sólo contribuyen a alimentar las vísceras son un paso atrás en el camino iniciado por la plataforma conciencia social y por los podres de Iván.

¿De qué sirve nombrar en una portada al padre de un amigo de los imputados?¿Qué aporta un tertuliano con la frase “noté en su mirada fría que no está arrepentido”?¿Qué pretende un locutor que dice “pasemos de estos malignos del caso Ivan al malvado Hugo Chávez”? Está bien que contemos la visión de los amigos y familiares de Iván Robayna. Que demos voz a las víctimas. Me parece estupendo que informemos todo lo que se cuenta en el juicio, los análisis del fiscal, las estrategias de la defensa y los argumentos de la acusación particular. Todo eso forma parte del derecho a la información.

Pero hay una cosita que se llama “responsabilidad social del periodista” que parece que no dieron en todas las facultades de Periodismo y que se ignoró por completo en la universidad de la vida. Dice el fiscal que la pandilla que atacó a Iván Robaina actuó como una manada de lobos. Vale. Aplíquese la ley, póngase la condena que señala el código penal. Pero cuando encerremos esos lobos debemos pensar que en la calle quedan otros. Que el perfil de las manadas se repite: exclusión social, drogodependencias, desestructuración familiar, abandono escolar. Con los recortes de los gastos sociales, el aumento de policías y la ausencia de políticas preventivas (seguimiento del absentismo social, ausencia de trabajadores sociales, falta de planes preventivos antiviolencia, recortes en la Consejería de Educación) el panorama que se nos presenta no es alentador.

Desde algunas tribunas periodísticas, y en algunos medios públicos, hay quienes prefieren repetir los tópicos del manual, ladrar contra la manada de lobos que mató a Iván. Es el camino más fácil. Pero deberíamos de aprender de la plataforma Conciencia Social y de la familia de Iván. El objetivo debería ser que la violencia callejera forme parte del pasado, que nadie nos pare o nos amenace en la acera de cualquier calle. Seguimos creando manadas de lobos, pero con tanto ladrido nos estamos olvidando de contarlo.

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