Mentecatos de hojalata

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A Esquerra Republicana de Catalunya y al PP les salió el tiro por la culata. Mientras se hacían los interesantes ante el Gobierno de España vendiendo muy caro su voto, se les adelantó por la izquierda el extremo carrilero de Bildu y les fastidió la jugada. 

Curiosa y paradójicamente los independentistas vascos funcionaron como partido de Estado frente a un Partido Popular que presume de ello pero que en la práctica se estrella de bruces contra la realidad de pleno en pleno. 

Lo que el Congreso aprobó por mayoría absoluta fue un paquete de medidas paliativas para ayudar a los españoles a soportar mejor la gran crisis económica agravada por una elevada inflación, una pandemia que no acaba de terminar del todo y una guerra en Europa. 

Los precios han subido de una manera descomunalmente escandalosa y lo que trata el Gobierno de España es atenuar o anular sus efectos perniciosos con estas nuevas medidas económicas que benefician claramente a los consumidores, o sea, a todos nosotros sin excepción.

El PP, como suele hacer desde hace tiempo, votó en contra solo por fastidiar al gobierno e intentar ponerle en un brete. La vez anterior con la reforma laboral ya le salió mal porque hubo un diputado atontado suyo que no supo presionar con el dedo el botón adecuado. 

Ahora le ha vuelto a salir el tiro por la culata porque no contó con el voto favorable de Bildu, que curiosamente votó también igual que el PP contra la reforma laboral de Yolanda Díaz, la política más valorada del gobierno y de España. 

Lo de Esquerra Republicana de Catalunya fue otra cosa: aunque también votó en contra de la reforma laboral por un quítame de aquí estas pajas con el gobierno, el jueves volvió a rechazar las medidas del Gobierno por su cabreo con el espionaje a más de 60 políticos independentistas catalanes. 

Entiendo el cabreo de Rufián porque las explicaciones dadas por la ministra de Defensa son infumables y vergonzosas en un país que presume de democracia pero un partido político serio no puede supeditar un voto trascendente por el cabreo personal que tenga con el gobierno de turno o con la titular de Defensa. 

Un partido coherente debe votar a favor de unas medidas que plantea el Gobierno si considera que son buenas para la población española en general, incluida la catalana. Lo que no puede hacer es votar en contra de su criterio, ideología y programa electoral solo porque se enfade unos días antes con el gobierno por el gravísimo affaire del espionaje. 

Sabemos que el espionaje en España es muy chapucero al estilo de Mortadelo y Filemón, agencia de información. Los partidos independentistas y los que no lo son deben por dignidad pedir explicaciones y que se depuren responsabilidades pero lo que no es de recibo es rechazar unas medidas que les parecen bien, por muy disgustado y enfadado que estén con Pedro Sánchez y Margarita Robles. 

Seguro que Esquerra no hubiese votado en contra del decreto anticrisis si lo que se propusiera fueran medidas especialmente favorables a Catalunya. PP y Esquerra han perdido una gran oportunidad para demostrar que son partidos serios y que no se mueven de manera aleatoria y visceral por un cabreo puntual. Los ciudadanos no tienen culpa de las rencillas entre políticos y no tenemos que pagar el pato de sus enfrentamientos. 

La visión de Estado está por encima del chapucero espionaje. Ya habrá tiempo de pedir cuentas. Ahora el españolito medio solo quiere saber de las otras cuentas, de las que le permitirán acabar el mes con mayor desahogo. No se puede mezclar el indecente espionaje con las medidas económicas de alivio de 47 millones de personas. Estas mezclas solo son propias de mentecatos como el diputado Casero. 

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