Espacio de opinión de Canarias Ahora
9-M, a modo de balance
Un bipartidismo fuertemente alimentado durante la propia campaña electoral por los dos debates mediáticos entre sus candidatos a la presidencia, Zapatero y Rajoy, que alcanzaron elevadísimas audiencias y centraron la atención de los medios en los días anteriores y posteriores a su celebración.
Bipartidismo
El tsunami del bipartidismo, con más de 21 millones de votos entre socialistas y conservadores, afectó en esta ocasión a muchas fuerzas políticas. Especialmente a IU, que perdió más de 300.000 votos y se quedó sin grupo parlamentario. O al PNV, uno de los partidos más sólidos de Europa, que redujo en más de cien mil los 400.000 sufragios recibidos en 2004, siendo superado por el PSOE en los tres territorios, aunque en este caso el bajón está posiblemente también vinculado a la deriva soberanista del lehendakari. Sólo resistieron el embate Na Bai, los galleguistas del BNG y el nacionalismo moderado de CIU, mientras ERC ? a la que se le evaporaron 355.000 papeletas- era fagocitada por el PSC y desaparecía , que bajó sus votos de los 94.000 de los 38.000 del 9 de marzo, y también quedaba sin representación Eusko Askatasuna.
Un bipartidismo que se reflejó claramente en Canarias, y de manera especial en Las Palmas en la que los dos partidos estatales se llevaron el 85% del apoyo ciudadano en las urnas. Con una clara influencia mediática, como se demuestra en municipios donde ni siquiera se molestaron en realizar un solo acto electoral, y en los que, a pesar de ello, se llevaron PSOE y PP la gran mayoría de los sufragios.
Lo anterior no obvia para que los resultados no respondan a nuestras expectativas, situadas en superar los 45.000 votos. Los casi 38.000 apoyos recibidos fueron claramente insuficientes para alcanzar un objetivo, que por la polarización del voto entre PSC-PSOE y PP en la circunscripción de Las Palmas hubiera precisado superar ligeramente los 50.000 sufragios. Pero somos la tercera fuerza política de la provincia y duplicamos ampliamente a CC en Gran Canaria.
Los obstáculos eran de enorme calado. En duro contraste con esa polarización de la que hablaba, NC-CCN era excluida, por la pinza establecida entre PP y ATI-CC, de la publicidad gratuita, de los informativos y de los debates en los medios públicos e incluso en algunos privados, intensificando las dificultades para llevar nuestras propuestas y dar a conocer nuestros candidatos, así como para presentarnos ante la ciudadanía como una opción con posibilidades reales de obtener representación. A ello se sumó la feroz campaña de ATI-CC en la última semana, toda una colección de insultos y descalificaciones del peor estilo, encaminada exclusivamente ?sabedores de su fracaso- a que NC-CCN no obtuviera representación parlamentaria en Madrid, a que Las Palmas no consiguiera una representación diferenciada. Un déficit que habrá que superar con la interlocución de las instituciones locales e insulares con el Gobierno del Estado.
Algunas encuestas poco o nada rigurosas, desconocedoras por completo de la realidad política, partidaria y electoral canaria, que nos situaban en intención de voto por detrás de CC e incluso de IU, tampoco ayudaron nada a nuestra visualización como una organización que competía por alcanzar un escaño en el Congreso.
Continuamos siendo un proyecto político en construcción, fuerte en Gran Canaria, con una sólida presencia institucional en la mayoría de los municipios y en el propio gobierno de la isla, y débil aún en su capital y en los otros territorios insulares. Un proyecto autónomo del nacionalismo de progreso que está dispuesto a confluir con otros grupos nacionalistas y con las bases de CC; y en ningún caso con una dirección que es responsable de la división del nacionalismo, de la aplicación de políticas excluyentes, de comportamientos sectarios y de hegemonismos que han deteriorado de forma irreversible el proyecto inicial, y de la práctica de un insularismo conservador, sin otra ideología que el mantenimiento en el poder. Así como de mal timonear un Gobierno que suscita un elevado rechazo de la ciudadanía y que es incapaz de dar respuesta a los problemas de Canaria.
Un proyecto autónomo que, asimismo, deja claro que está dispuesto a colaborar con el PSOE y con el Gobierno del Estado, como, por cierto, siempre hizo el nacionalismo canario, hasta que en CC se impuso la línea de bronca con Madrid para salvar los muebles del poder en Canarias, decisión suicida e irresponsable que tanto daño está haciendo a los intereses del Archipiélago. Pero que no se plantea, tampoco en ningún caso, confluencia orgánica alguna ni sumisión a una fuerza política de naturaleza bien distinta a la nuestra, como es el caso del PSOE.
Nuestro compromiso no es otro que el de continuar desarrollando los máximos esfuerzos para consolidar ese espacio del nacionalismo de progreso, que sólo se debe a esta tierra y a su gente; generando paralelamente las condiciones para que los crecientes deseos de cambio en los modos de hacer política puedan convertirse pronto en realidad en las Islas.
(*) Román Rodríguez es presidente de Nueva Canarias
Román RodrÃguez*
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