Multas, pluses y estrés

Los agentes han pedido al alcalde dinero en comisiones por sancionar, doce euros por multa para compensarles por el sufrimiento psicológico que les supone fastidiar al contribuyente por aparcar mal.

Los policías deberían saber que su estrés y su sufrimiento psicológico van incluidos en el sueldo. Los agentes pueden quejarse de tener unos coches birriosos mientras los concejales usan vehículos de lujo. Esa queja sí sería razonada y entendida por la gente.

Es más necesario que la policía disponga de buenos coches para vigilar y atrapar a delincuentes correosos que los ediles puedan ir en vehículos oficiales lujosos. Incluso algunos de ellos podrían dar ejemplo yendo en guagua o caminando. En esta ciudad de tráfico caótico a veces se tarda menos así.

Lo que no se entiende es que un policía quiera cobrar pluses por multar, entre otras cosas porque los agentes, como funcionarios con trabajo fijo y estable, son unos privilegiados laborales en estos tiempos de crisis y paro. Que encima pretendan que les paguemos por hacer su trabajo roza el esperpento, la estulticia y el insulto.

Los ciudadanos están cansados de las chulerías extemporáneas de algunos policías que confunden la autoridad con el abuso de ella. No estaría mal que hicieran autocrítica algunos garbanzos negros para que no paguen justos por pecadores, pero eso es como pedir peras al olmo. Vivimos tiempos en los que la gente no está por permitir más privilegios de unos pocos que ensucian la encomiable labor del resto.

Por si fuera poco, Jerónimo Saavedra ha admitido que en su ayuntamiento rige un reglamento leonino y medieval que permite a sus trabajadores cobrar comisiones por impuestos y multas. Algunos llegan a cobrar hasta mil euros por este concepto, dinero que se extrae de otros contribuyentes que ni siquiera se permiten la miseria de ser mileuristas.

Harían bien los policías locales en reivindicar más seguridad ciudadana y vial y menos comisiones por multar al ya harto ciudadano corriente y moliente que paga sus impuestos para que, entre otras cosas, los funcionarios se puedan llevar cada mes a su casa el sueldo que otros conciudadanos ni siquiera huelen en el Servicio Canario de Empleo.