Espacio de opinión de Canarias Ahora
El niño esclavo y los canapés
Cuando oimos la campana, Sonyor y yo salimos corriendo. A ver quién llega primero a la puerta, para ver qué pasa al otro lado. Antes de llevar las cadenas yo era siempre el más rapido. Ahora el asunto es un poco distinto porque, con su enorme tripa tras quedarse embarazada de nuestro amo, Sonyor corre menos que yo. En unas semanas, iré solo a abrir la puerta.Le tengo miedo a mi amo. No me atrevo a levantar la vista, no me atrevo a erguir la espalda cuando me llama para darme una orden. Hace tantos meses que no me enderezo, que seguro que no podré volver a hacerlo jamás. ¡Si al menos no tuviera cadenas en los pies! Andar como quiera, correr por el patio, subir los escalones de la casa de cuatro en cuatro. Los grilletes me hieren los tobillos, me cortan la piel. El amo se dio cuenta. Me dio un trapo viejo para que me lo pusiera entre el gruillete y la piel, y me dijo: No tenías que haber intentado huir. La culpa es tuya. Sí amo, le respondí. Gracias amo.Ya sé que cuesta creerlo. Pero el testimonio que acaba usted de leer está basado en una historia real. Lo publicó Amnistía Internacional en un libro junto a otros relatos de niños esclavos. Le propongo, amigo lector, que no olvide esta historia cuando escuche o lea las declaraciones del Diputado del Común de Canarias. Manuel Alcaide dijo este lunes en el Parlamento canario que los menores extranjeros no acompañados deben ser expulsados a sus paìses de origen si no se les puede atender aquí. El Diputado del Común elegido por el Parlamento cobra un buen sueldo por estar en un cargo que se creó para defender los derechos y libertades de los ciudadanos. Sin embargo parece que no se ha enterado de sus funciones y quiere dar mil pasos atrás en el tema que está obligado a defender. Alcaide pretende recuperar la directiva de la Fiscalía General del Estado aprobada en el penúltimo año del gobierno de José María Aznar. Una directiva que planteaba la expulsión de menores extranjeros desde que cumplieran los 16 años. La orden de la Fiscalía del 23 de octubre de 2003 sobre menores fue criticada entre otros por Amnistía Internacional, SOS racismo, UGT, CCOO, CEAR, la Fiscalía de Menores de Andalucía y por el Ararteko (Defensor del Pueblo Vasco, colega de Manuel Alcaide). Nuestro Diputado del Común, que presidió en Tribunal Superior de Justicia de Canarias debería conocer los artículos 10, 12, 13 y 239 de la Constitución Española que que recogen la obligación de las entidades públicas de asumir la tutela del menor en desamparo y señalan que todos los ciudadanos que no han cumplido los 18 años son menores de edad y deben ser protegidos. Todas las leyes coinciden en que ante cualquier conflicto de intereses entre instituciones públicas o privadas, siempre prevalecerá el interés de los menores.En la mísma línea están la ley del menor, y un sinfín de acuerdos y convenios internacionales suscritos por las autoridades españolas.Las consecuencias de la directiva de la Fiscalía del Estado del año 2003 pudieron plasmarse en un demoledor informe publicado por SOS Racismo en el año 2005. El documento de 53 páginas recoge los testimonios de menores que habían sido expulsados de España a Marruecos y que habían sido torturados por la policía de nuestro país vecino. Parece que también Manuel Alcaide desconocía este informe. Prefiero pensar que este funcionario público al que le pagamos todos ha pecado de ignorante y que no es xenófobo.En enero de 2002 Manuel Alcaide se estrenó en el cargo hablando de la invasión de los inmigrantes. Al finalizar su mandato vuelve a mirar a los inmigrantes como una carga pesada que debe ser devuelta a su origen, y no como un colectivo al que hay que proteger. No sé si Alcaide peca de racismo o de ignorancia. Sólo sé que la imagen más repetida que tengo de este señor es la de ese hombre que ha estado en todos los actos sociales jinchándose a canapés junto a militares y representantes de lo más selecto de la sociedad canaria. Imagino a ese devorador de canapés y recuerdo al niño esclavo de Sudán con el que comenzaba este artículo. El chiquillo esperaba que su amo se marchara de casa para comerse las sobras de la comida que habían caído en el suelo. Si ese niño esclavo logra algún día liberarse y cruzar el mar que nos separa no encontrará a este Diputado del Común para que lo defienda, porque seguramente Manuel Alcaide estará entretenido hablando con algún uniformado entre bandejas de caviar y de salmón. Juan García Luján
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