No pero sí

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Puede que Pedro Sánchez se haya rayado un millo o ganado un punto con la celebración de la cumbre de la OTAN en Madrid pero a la vez su política exterior en defensa, en el Magreb y en la causa saharaui lo está enfrentando a la parte minoritaria de su gobierno.

Unidas Podemos sigue estando tan en contra de la OTAN como el pueblo canario en 1986 cuando Felipe González convocó el referéndum para que saliera el sí al ingreso en la Alianza Atlántica aunque él se presentó a las elecciones al frente de su partido reivindicando el no. Canarias contestó que no pero España dijo sí. 

La perspectiva de cada momento hace que un partido político vea las cosas distintas si está en el gobierno o en la oposición. Sin embargo, eso no le pasa a su socio Podemos, que también gobierna junto al PSOE aunque en minoría. 

No es la primera vez que los dos socios de gobierno discrepan públicamente aunque es lógico ya que se trata del primer gobierno de coalición de las últimas décadas. Si ya los partidos políticos tienen diferencias internas y luchas frecuentemente, no es nada extraño que ocurra también entre formaciones con diferentes siglas. 

Son aún más llamativas las declaraciones surrealistas de Isabel Díaz Ayuso, que, aprovechando que el Manzanares de la OTAN pasa por Madrid, asegura que el gobierno de España está interesado en que la ciudad no sea una gran capital y compara las becas educativas a familias pudientes con el aborto y el cambio de sexo. A esta mujer se le va la olla con demasiada frecuencia y me temo que tarde o temprano morirá de éxito, sobre todo ahora que ha perdido protagonismo en su partido después de la victoria contundente de Moreno Bonilla en Andalucía. Moderado frente a ultra. 

La muerte de casi cuarenta migrantes africanos en la valla de Melilla ha sido el último episodio doloroso e infrahumano que han sufrido las personas que huyen de su país en guerra, de la persecución política, de las cárceles y de las torturas. 

La reacción fría y contemporizadora de Pedro Sánchez ha cabreado a buena parte del país tanto a su izquierda como a su derecha. Después de la puñalada trapera a los saharauis se muestra ahora muy amigo de Marruecos y de su rey déspota, justificando incluso la violencia institucional de una policía sin escrúpulos al otro lado de la valla. En este caso Unidas Podemos se comporta de manera indigna al callarse ante estas tropelías. 

En la última rueda de prensa tras el Consejo de Gobierno, la ministra Irene Montero hizo de estatua de sal silente junto a la portavoz Isabel Rodríguez, que le robó las preguntas que los periodistas dirigían a la ministra de Igualdad. 

Al día siguiente de esa nefasta y teatral rueda de prensa los periodistas volvieron a abordar a Montero para preguntarle sobre las muertes de sudaneses en la valla de Melilla. En vez de contestar a la prensa, la ministra se limitó a repetir en bucle, sin pausa y sin recato como una cacatúa ninfa: “me van a tener siempre disponible para conocer mi opinión”. Pero no quiso pronunciarse. Fue una actitud cínica y vergonzosa impropia de una ministra de Podemos. Da la impresión de que Podemos juega a veces a ser progre en temas como el de Marruecos o el de la OTAN pero solo cara a la galería. 

Si a la izquierda que llaman radical y extrema (la derecha la llama ultraizquierda) se está acomodando de esta forma a las injusticias, muchos progresistas se están quedando huérfanos políticamente sin saber a quién votar. 

Se suponía que un partido de la izquierda al PSOE haría que este no se comportara de manera tan conservadora y pusilánime, como suele hacer cuando llega al poder, pero si Podemos comete los mismos errores y despropósitos que el resto de los partidos, ¿qué les queda a los progresistas? A algunos ya ni siquiera la más mínima vergüenza. 

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