Espacio de opinión de Canarias Ahora
En mi nombre sí, señor presidente
Que alguien me diga con quien hay que hablar de paz, y si me dice que con los amigos, entonces no es ni inteligente, ni tiene un gramo de caridad ni pertenece a una opción política que merezca la pena. De paz hay que hablar con los enemigos y, marcadas las líneas maestras por el parlamento español, -y no por los descendientes de las Cruzadas-, intentando dar una salida a quienes, según algunos sesudos analistas ya estaban desarmados y cautivos, es la vía que a mi me parece la adecuada. Este terrorismo espantoso que nos hace palidecer tiene una base social, apoyos económicos y un enemigo feroz que lo hace un gigante: los nietos de don Claudio y sus sicarios. Se ha hecho un ruido espantoso, se ha jugado con el dolor y se ha convertido el gravísimo problema del terrorismo en un asunto partidista. Se ha hecho gala de una absoluta falta de discreción y la algarabía de tanto ladrido ha contagiado a otros que no saben porque le ladran a la Luna, pero ladran.Si yo pudiera, no cerraría ningún proceso y me seguiría moviendo por los vericuetos de la política de Estado. Y buscaría desesperadamente un partido político con líderes nuevos que sustente diez millones de votos, que sepa ganar y perder elecciones democráticas, que sea discreto en este tipo de temas y que tenga elegancia democrática. El griterío de estos elementos de la derecha nacional española ha conseguido despertar al monstruo de los atentados. Nada es superior a la Vida. ETA sabe que tiene que dejar las armas, que se le agotó el rédito político y el dónde, cómo y cuándo no se puede negociar con un griterío insufrible proveniente de insoportables maestros del pensamiento uniforme.Si se está negociando no se puede ni se debe chillar como si éste fuera el escenario de una subasta pública. Quienes quieren cosechar votos con este asunto, sólo cabe tildarles de miserables. El proceso de paz debe continuar, y en mi nombre sí, señor presidente del Gobierno de España, aunque la humana sed de venganza sea grande. Negociar no es rendirse y la inteligente caña de bambú se menea en la tormenta pero no se rompe; el roble, sin embargo, vociferante y desafiante, se parte. A quien hay que pedirle que pare de matar es a ETA no al presidente de Gobierno y la indignación no es mayor cuanto más se grita y se exige. Parece como si cualquier paso que se dé hacia la paz alejara a un segmento social español de las posibilidades de obtener el Gobierno de la Nación, ¿o quizás no? ¿Cuánto peor, mejor?En mi nombre sí señor presidente. Usted ha actuado conforme al mandato del Parlamento; otros confunden la leal oposición con la pataleta del 14 de marzo. Y los terroristas le han hecho más caso a los que chillan que a los que negocian; y es que ni a unos ni a otros se les puede pedir más, a tenor de lo visto en estos meses y de lo ocurrido en Barajas. Mientras, el luto y el llanto se apoderan de familias hispanas.
Carlos Juma
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