Nuevos conceptos
En lo que es el horizonte temporal de la existencia de la humanidad, hasta hace bien poco, prácticamente, solo existía un tipo de generación. Era una tradicional en la que nacías, crecías, te relacionabas, te multiplicabas, intentabas vivir (o sobrevivir) hasta que morías. Las clases sociales estaban relativamente bien identificadas: o tenías o no tenías. O, también solía pasar, que nadie tenía nada porque todo escaseaba. De hecho, si nos remontamos siglos atrás, incluso cuando la escritura no existía, la idea era la de satisfacer las necesidades básicas, primero practicando el nomadismo para luego pasar a domesticar el entorno. En medio de dicha transición surgió la necesidad ya no solo de estar, sino de ser e incluso, de permanecer. A partir de ese momento, se fue consciente que la visión del mundo no tenía por qué ser homogénea.
Las generaciones comparten un determinado conjunto de creencias, actitudes valores y comportamientos. Eso sí, con el bagaje de las anteriores, con sus luces y sus sombras. De hecho, comparten la ubicación por edad en la historia dado que se enfrentan a acontecimientos históricos clave, así como tendencias sociales en una misma fase de la vida, a través de un sentido de pertenencia a una tribu determinada. Y, al final, las heridas dejan cicatrices. Cicatrices que, o bien las trasmites en herencia, las reproduces o las intentas eliminar de tu acervo.
Y cada generación otorga una personalidad. Y dicha personalidad va cambiando según la experiencia, de modo que se pasa del debate entre la carencia y satisfacción, más o menos inmediata, al concepto de seguridad. De la renuncia a las aspiraciones de crecimiento al permanente conflicto entre lo que pudo ser y no fue. Del abandono de la superación a la permanente insatisfacción. Y así siempre igual hasta que logras subir escalones y colocarte en un plano de pseudoseguridad enfocando las actuaciones hacia la trascendencia de los acontecimientos. En definitiva, hasta dejar huella para enrolarse en un sistema de expresión y creación.
Después de la denominada Generación Silenciosa, aparecieron los Baby Boomer tras la Segunda Guerra Mundial. Más tarde se introdujo en el colectivo la Generación X para dar paso a los Millennials. Con posterioridad hicieron acto de aparición los Centennials y los Alfa, en donde prácticamente se les consideran totalmente digitales. ¿Y qué ha aportado el COVID-19? Pues una nueva generación, como son los Pandemials condicionada por el aislamiento social, lo cual a su vez acota la convivencia, tanto a través de las condiciones sanitarias como económicas. Es decir, nos esperan personas con un modelo de convivencia diferente al analógico, en donde la satisfacción de la necesidad de pertenencia se ha tenido que colmar utilizando otros canales relacionales, lo que también condicionará unas expectativas profesionales y vitales diferentes.
Es cierto que la tasa de paro de menores de 20 años es, en 2020, es del 85,2% pero tengamos en cuenta que, a esa edad, todavía se tiene y se debe continuar en el proceso de adquisición de conocimiento, teniendo en cuenta que, a mayor velocidad de cambio del entorno, mayor heterogeneidad en las influencias y en las confluencias, por lo que será necesario tener mayor conciencia de qué es lo que se quiere, cuándo se quiere y, lo más importante, para qué se quiere.
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