Otoño alegre

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El hotel Ritz de Madrid tiene cada vez menos misterios, sobre todo desde que fue remodelado hace tres años. Aun así, siempre que me acerco a sus salones, el ectoplasma de Durruti, vagando por allí desde el 20 de noviembre de 1936, se hace el encontradizo para que le invite a un café. Normalmente pide un par de cortados, casi al mismo tiempo, pero hoy estaba reclamando algo más fuerte. “Es que no hay quien aguante tanta veneración, tanta corona, tanta pompa, tanta estupidez”. Sin saber muy bien a qué se refería, le considero un poco enfadado con el actual aspecto del hotel “no te gusta esta claraboya tan grande y bonita”. “¿Pero cómo puedes ser tan despistado? No te olvides que nosotros casi nos cargamos a un rey. Fue una conspiración ultraperiférica, por la liberación de Canarias”. Estupefacto, le recuerdo que “ellos”, sus ancestros, mataron a veinte personas y Alfonso XIII salió vivo del atentado. “Ya, ya. Hubo errores pero Nicolás Estévanez lo tenía todo bien planificado. Lo que pasa es que Mateo Morral era un poco chapuzas”. Le recuerdo que Canarias todavía no es  independiente y me dice que todo se andará, que algún día todos seremos independientes incluso de nosotros mismos. Que se trata de no tomarse en serio casi ninguna cosa. Que le mire a él,  más de ochenta años penando entre estas paredes sin descanso. Que sigue igual de optimista, dejando aparte las heridas que nunca cicatrizan.

El ectoplasma de Durruti desaparece de forma súbita, de la misma que se hace ver. Le pido al camarero de la terraza una copa de cava y me sirve un espumoso valenciano. “Este es de los que se fueron a Valencia huyendo y nos dejaron solos defendiendo a Madrid del fascismo”, oigo que dice el leonés anarquista desde la coctelería en la que ejerce con maestría el canario Rosales.

Con esos problemas tan serios, con los pensamientos tan escuálidos, no me explico cómo estamos complicados con la inflación y la energía. Vamos a tener un otoño contumaz. Un otoño sin brisas, de calor y tempestades. Un otoño alegre que avivará el espíritu de las gentes y convertirá a los infieles. “No lo dudes. Para eso hacemos la revolución”.

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