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Perdigones contra el Marqués de la Oliva
Unos contaban que Domingo González Arroyo estaba paseando unos perros, los canes del Marqués comenzaron a molestar a unas cabras. Detrás de las cabras apareció el pastor disparando con una escopeta. El cabrero quería asustar a los perros, pero algunos perdigones llegaron a la cara del Marqués, y el que se asustó fue González Arroyo. Otra versión contaba que el Marqués de las Dunas paseaba por su finca con unos amigos cazadores, a uno de los invitados se le escaparon unos perdigones que terminaron en la cara del presidente del PP majorero. El cazador se marchó con su escopeta a su casa y llevaron al Marqués a un centro de Salud. Como Domingo González es un señor muy honrado denunció los hechos ante la Guardia Civil para que localizaran al cazador al que se le disparó la escopeta. La intención del Marqués era simplemente poder devolverle los perdigones a su dueño, que aunque ya sabemos que nuestro hombre es capaz de regalarle un kilito a un concejal pobre, él nunca se queda con los perdigones de escopeta ajena.
González Arroyo se estaba reponiendo de las heridas de los perdigones cuando le estalló una bomba en el Parador de Turismo de Puerto del Rosario. Allí veinte cargos públicos dieron ayer una rueda de prensa en la que acusaron al presidente del PP majorero de tener una actitud “prepotente, vengativa, maquiavélica y rencorosa”. Los cargos políticos y orgánicos liderados por la diputada Águeda Montelongo piden a Soria y a Rajoy “que pongan fin a este delirio del presidente insular” y dicen que no descartan acciones judiciales contra Domingo González. No me digan que la cosa no se pone emocionante. Soria se había comprometido con la mayoría de los dirigentes del PP majorero (que son críticos al Marqués) a permitir que el Comité de Garantías y Derechos estudiara las numerosas denuncias que se han presentado contra Domingo González Arroyo. Pero después de las elecciones de marzo, tras colocar a su hija como diputada y a Ana Padilla como senadora, el Marqués sacó pecho y comenzó una escabechina contra sus críticos. Águeda Montelongo se sintió traicionada por Soria y no tuvo fuerzas ni para ir a la última reunión de la ejecutiva regional del PP.
El Marqués sobrevivió a la munición del cazador, por eso Águeda Montelongo y otros veinte cargos del PP majorero han dado un paso más y le han puesto una bomba (entiéndase el lenguaje metafórico, que como está la cosa en Firgas no se debe jugar con fuego). Ahora se trata de ver si Soria permite que estalle la bomba o la desactiva para que el Marqués siga haciendo de las suyas. González Arroyo lo tiene claro: el PP de Fuerteventura es como su finca, por eso si Soria reacciona como un cazador despistado que entra en la finca con una escopeta de perdigones y con la bomba de Águeda, el Marqués ya tiene preparada otra bomba más potente que estallará en el ayuntamiento de La Oliva y en el Cabildo de Fuerteventura. Será sólo el primer capítulo. A Soria le da más miedo el capítulo siguiente: Paulino Rivero tendría una excusa perfecta para ponerlo de patitas en la calle. Si el Marqués ejecuta las mociones de censura, Claudina Morales y Mario Cabrera podrían dar un cursillo rápido a Soria de cómo adaptarse a la vida tras perder el coche oficial.
Juan GarcÃa Luján
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