La pobreza obstinada

Asistimos, pues, a un aumento combinado y explosivo de las desigualdades y de la pobreza en términos absolutos, justo cuando los sabios neoliberales o socialdemócratas hablan un día sí y otro también sobre la buena marcha de la economía mundial. Sólo hay un medio de sostener esta impostura, a saber, apoyándose en otra. Insistir en que el crecimiento económico es la condición y garantía para el bienestar de todos. Una vez asegurado el crecimiento, el mercado llevará la felicidad a las mayorías. ¿Seguro? Veamos un solo ejemplo a escala nacional. India aparece ante nuestros sabios como una potencia emergente, paradigmática para el desarrollo, con un crecimiento anual medio del 8.6% en los últimos años. Un milagro, dicen. Si atendemos a la letra pequeña de la realidad, el boom benefició a millones de personas pero excluyendo a 836 millones que viven hoy con menos de un dólar diario, el 77% de los ciudadanos.Olvidan que la economía pretendía antiguamente el carácter de ciencia encargada de ofrecer soluciones a las necesidades humanas con bienes escasos. Y digo antiguamente porque hoy existen recursos de sobra para resolver las necesidades básicas a escala internacional. Así lo reconocieron los jefes de Estado que votaron en la ONU las famosas Metas del Milenio para reducir la miseria a la mitad para el año 2014. Sorpresa. Con los datos en la mano, Amnistía Internacional confirma quee los objetivos marcados no podrán alcanzarse. A lo que Nader Ferganiy (autor del Informe de la ONU sobre Desarrollo Humano, el PNUD) añade que el gasto militar de Estados Unidos en Irak y Afganistán sería suficiente para acabar dos veces con la pobreza mundial. Tan cierto como que cada hora fallecen en el mundo unos mil inocentes, un destino evitable con el simple suministro del agua potable y las vacunas disponibles.Conste que Ferganiy ejerce como probo funcionario de la ONU, alejado de tentaciones izquierdistas. Pronostica además que China e India (ejemplos aireados de eficiencia económica) “no prometen un futuro rosa para los derechos humanos”. Acusa a las potencias de crear más desigualdades “porque así conviene a sus intereses” en lugar de combatir la pobreza y garantizar los derechos humanos de los ciudadanos. Sorprende que Ferganiy se asombre tanto por su propia denuncia imprescindible.Julio Boltvinik escribe lo siguiente: “La pobreza degrada y destruye moral, social y biológicamente. La existencia de la pobreza es una aberración de la vida social, un signo evidente del mal funcionamiento de la sociedad”. Así se pierden millones de personas que tantos beneficios podrían aportar a los demás y a sí mismos. Pero aquí sólo vale el que produce y/o consume, no la condición de ser humano con derechos inviolables. La cuestión es que este sistema decadente, que también tuvo su lejana época gloriosa, sólo puede funcionar así a estas alturas, de forma perfectamente irracional. El beneficio de unos significa la ruina de la inmensa mayoría a escala global. Los beneficiarios de este sistema decadente y sus propagandistas sólo empezarán a preocuparse cuando las desigualdades provoquen explosiones sociales masivas. Entonces harán recaer las consecuencias de sus desmanes en conspiradores, desalmados, rojos, anarquistas, comunistas, islamistas, resentidos sociales y demás. Y habrá quienes sinceramente lo crean. De pena.

Rafael Morales