Reales bikinis

A uno le gustaría conocer los resultados de otra encuesta en la que se le preguntase al personal hasta dónde está de la Casa Real, generalizando, y de los príncipes, particularizando. Yo estoy hasta el moño, pero mi componente ideológico republicano me impide ser objetivo en este tipo de apreciaciones. Por otra parte, en una escala anatómica de hasta dónde se está de tal o cual cosa o de este o aquel asunto, hay niveles por debajo del ombligo que superan en señalización del hartazgo los del peluco craneal. En lo que respecta al reportaje fotográfico y el jaleo consiguiente, direles que me cuesta entenderlo. Lo normal es que si dos señoras se van a una cala de Cabrera a tomar un sol, lo hagan en bañador o en cueros (la que se hubiera armado, oigan, si llegan a optar por esta segunda posibilidad). Los reyes, las reinas, los príncipes y las princesas, aunque haya a quien le cueste creerlo, usan bikinis como utilizan bragas, calzoncillos (a veces, con una rayita canela en el interior incluso), compresas, papel higiénico y hasta pueden llegar a hacer gárgaras -aunque nadie se atreva a mandarlos a practicarlas-, como cualquier hijo –o hija- de vecino. (Y por cierto, se sabe que las del bikini en las fotos son doña Sofía y doña Leticia, porque se ve el nombre del barco, pero podrían haber sido dos señoras del común, dada la distancia del objetivo que las captó. Ni siquiera, por eso, se puede conjeturar nada acerca de la forma física en que se encuentran ambas damas. Aunque los tertulianos conjeturen).

José H. Chela