La realidad interpretada
Podemos estar tirando una moneda al aire millones de veces y siempre salir cara, sabiendo que la probabilidad de ocurrencia es del cincuenta por ciento. Se pensaba que no iba a suceder eso, pero ocurrió. Y es que, normalmente, según avanzas te planteas que todo lo hecho hasta la fecha está lleno de errores. La tendencia es natural, porque en el momento de tomar las decisiones se tiene un determinado rango de calidad y cantidad de información que, a la postre, siempre se muestra como insuficiente. Y claro, no hay nada mejor como saber el resultado final para poder asumir si lo que se hizo estuvo bien o mal. Pero aquí surge un problema y es que no te puedes anticipar al futuro sin que este no ocurra, porque realmente lo que haces son elucubraciones basadas en probabilidades de ocurrencia.
Si realmente lo que se quiere es conocer qué es lo que va a pasar se podría comenzar a meditar profundamente, dejando a la mente inconsciente que inunde la consciente hasta que termine por tomar el control. La mejor de las opciones es dotarse de comodidad en una habitación con luz natural tenue, calmando la mente en continua concentración con la respiración, sintiendo como entra y sale el aire del cuerpo. De forma gradual, empezaríamos a relajar cada músculo, empezando por las extremidades, continuando con el tronco y acabando por la cabeza y todo lo que lleva dentro. Aquí empieza la relajación hasta hacer fluir nuestras virtudes premonitorias. Es cierto que no siempre funciona, pero al menos sirve para dejar sin efecto la centrifugadora en la que normalmente está nuestro cerebro casi a diario.
Otro método, muy popular y exitoso, es acudir a una persona que ejerza la videncia de forma profesional con una contrastada reputación. A través de las cartas, por ejemplo, según dicen se puede ver con precisión el futuro de cualquier tema sobre el que se tengan dudas, tanto sobre la salud, el dinero o el amor. Otro método muy popular es adivinar el futuro a través de los objetos, siendo útil siempre y cuando lo realice una persona con buenas intenciones si no queremos vernos en situaciones comprometidas, porque los peligros son muchos si no se hacen las cosas bien. Recientemente, también se propone la creación de líneas y dibujos al azar encima de un papel con los ojos cerrados. Después se haría un estudio pormenorizado del resultado para extraer una predicción. No es ciencia exacta, pero deja tranquilas algunas conciencias.
Claro está que siempre está la posibilidad de formarse en conocimiento científico, aprender historia para no tener la condena de su repetición, álgebra para tener la capacidad de abstracción necesaria y poder modelizar comportamientos por muy innovadores que nos parezca, así como de otras variantes multidisciplinares que estén relacionadas con el tema a investigar. Ahora bien, tiene toda la pinta de necesitar más empeño y esfuerzo. Esta reflexión se basa en que deseamos un éxito sin apenas sacrificios, donde preferimos que nos analicen las consecuencias de nuestros actos y nos interpreten los acontecimientos sucedidos en lugar de poner codos y cuestionar absolutamente todo lo que nos rodea, a través de un proceso de falsación sobre las verdades aparentemente absolutas.
Hasta la fecha pensábamos que existía solo una realidad política, económica o social, pero no es así. Realmente es un concepto abstracto en donde se relaciona al entorno con la persona, dividiéndose entre lo que se percibe de forma objetiva, junto con lo que nos afecta con carácter subjetivo, pese al empeño en trasladar la idea de una verdad absoluta y única. En definitiva, hay un escenario, pero infinidad de interpretaciones.
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