Ante el SARS por Oscar Pablo Santos Fernández

En el momento de la hecatombe habría un crack del sistema económico y financiero, fijemos entre 6 meses y 1 año el tiempo de expansión y contracción del SARS, las relaciones internacionales quedarían mermadas.

Inicialmente habría un crack bursátil, con una caída en picado de los valores negociables, pero la economía financiera y el sistema productivo tienen una gran capacidad de recuperación, de forma que pasado el punto crítico (al final de la contracción), el sistema remontaría y se reorganizaría, reducción de masa monetaria, etc, las acciones volverían a coger valor.

En cuanto a los bienes inmuebles, el gran numero de viviendas y fincas que se obtendrían en herencia daría lugar a un exceso de patrimonio raíz, una oferta elevadísima en relación a la demanda, no habría capacidad de remonte, ventas masivas a bajo precio con derivación del capital patrimonial hacia el mercado financiero, lo cual ayudaría a elevar los valores negociables.

El consumo haría crack debido a las dificultades para el trasporte de mercancías mundial, así como el efecto psicológico de la falta de contacto entre la población, a partir del punto crítico las relaciones sociales comenzarán a reestablecerse y el sistema de logística volverá a posiciones actuales, no en la cantidad de mercancías, pero hasta crecerá en destinos.

La inversión se paralizaría, se destinaría toda la mano de obra al mantenimiento de las infraestructuras actuales en funcionamiento, ardua y difícil tarea.

El ahorro crecería por efecto de la paralización del consumo y la inversión.

Este pobre diagnóstico implica como posible tratamiento el deshacerse de los bienes inmuebles y muebles en el momento de pánico (a los dos tercios de la expansión), obtención de tesorería, e inversión en bienes muebles en torno al punto crítico (final de la contracción).

Quedan por trabajar el gasto público, el sistema fiscal, el sistema social de protección, etc. Esto para los inversores. Para el resto de los mortales nos queda que el gobierno actual consiga la fábrica perdida.

Oscar Pablo Santos Fernández