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Seguridad hídrica

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El IPPC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el cambio Climático) se muestra contundente al afirmar que se quedó corto cuando el pasado verano lanzó al mundo su último informe sobre el cambio climático. La ampliación del informe presentado en agosto del año pasado, que hemos conocido hace un par de semanas, nos habla de una situación de no retorno muy grave para el planeta. Y también, desde luego, para Canarias. El documento del IPPC cita de manera específica a las “islas pequeñas” como los espacios más susceptibles de verse afectados por el calentamiento global. Son muchos y muy graves, por tanto,  los efectos del cambio climático para Gran Canaria – algunos ya los estamos padeciendo-  y desde el Cabildo se ha elaborado una estrategia –la primera que se pone en marcha en esta Comunidad Autónoma- para la adaptación y la mitigación de sus consecuencias ( tropicalización del clima, aumento del nivel del mar, desvío de los alisios, aparición de enfermedades tropicales, periodos extremos de sequía y/o precipitaciones intensas,  incendios forestales, etc.).

En este texto que comparto con ustedes quiero centrarme –aprovecho para ello la reciente celebración del Día Internacional del Agua- en un aspecto que adquiere una dimensión realmente preocupante y que requiere de acciones contundentes: me refiero a la sequía contumaz que padecemos, la escasez de agua y el avance claro hacia la desertización que presenta nuestro territorio. Estamos ante una situación alarmante que se hace cada vez más visible, más real, y que requiere de actuaciones plurales para adaptarnos y para mitigar los daños sobre las personas que habitan la isla, su economía y su valiosa biodiversidad.  

Garantizar la seguridad hídrica de la isla es una de las acciones clave para atenuar las consecuencias de la ausencia de lluvias y la consiguiente aridez de nuestro suelo, la desaparición de la tierra fértil y el sector primario, la desforestación, el aumento de los incendios…y nuestra propia supervivencia. 

Para Naciones Unidas la seguridad hídrica forma parte esencial del desarrollo sostenible y sus objetivos estratégicos. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 6, sobre agua y saneamiento, tiene la finalidad de garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para toda la población. El índice GWP,  que mide el potencial del calentamiento global, sostiene que el desarrollo sostenible no será alcanzado sin un mundo sin seguridad hídrica y afirma que “lograr la seguridad hídrica significa satisfacer las necesidades humanas así como las de los ecosistemas. Para ello es necesario que ocurran cambios fundamentales en los valores, creencias, percepciones y posiciones políticas, no solo en las instituciones de gestión del agua, sino también en cada una de las partes interesadas. El progreso puede llegar a ser lento y las situaciones complejas, pero no hay realmente otra alternativa para el futuro de la humanidad que un mundo con seguridad hídrica. Debemos afrontar este desafío”.

Desde el Cabildo de Gran Canaria y el Consejo Insular de Aguas se está afrontando este desafío. Está singularmente presente en el modelo de ecoísla que defendemos. Realmente lleva siglos presente en un reconocimiento de nuestra fragilidad  que ha ido desarrollando a lo largo de los siglos un modelo de seguridad hídrica basado en la construcción de pozos, galerías, acequias, cantoneras, canales, trasvases, presas, desaladoras, depuradoras, renovables, central hidroeléctrica Salto de Chira… para garantizar nuestra subsistencia, nuestra agricultura tradicional y de exportación, el crecimiento turístico, el aumento constante de nuestra población.

El Salto de Chira, efectivamente, es el último hito.  Además de ser fundamental para la transición energética  y la penetración de las renovables, el proyecto cuenta con otra importante ventaja: aportar agua desalada a las presas mediante la planta desaladora de agua de mar ubicada en Arguineguín, con una aportación prevista al embalse de Soria de 2,7 millones de metros cúbicos. Esto se hace para poder garantizar la operación de la central hidroeléctrica y compensar las pérdidas y la sequía.   Además de garantizar el funcionamiento, generaría un excedente de agua que se destinaría a cubrir las necesidades  en la cumbre de Gran Canaria, mediante la elevación desde la Presa de Chira. Tener las presas llenas, en estos momentos en que por falta de lluvias están casi vacías, nos va a permitir poder elevar el agua para regar toda la cuenca de Tunte, Mogán, Tejeda y Artenara, reforestar la isla y combatir los incendios.  Es más, si por cualquier razón  hubiese algún día un problema grave de desabastecimiento en la isla y no pudiéramos producir agua, las presas de Chira y Soria llenas nos permitirían subsistir y abastecernos durante seis meses. 

La visión de futuro de los técnicos y responsables políticos de hace 50 años para detectar el problema de la escasez de agua en la isla y construir un entramado de presas, como en ningún lugar del mundo, tuvo su continuidad en la apuesta decidida por la desalación y por la depuración de las aguas provenientes del saneamiento de los municipios para “fabricar” agua potable.

En Gran Canaria, el agua desalinizada supone el 50% de la oferta total insular de agua. La isla cuenta con una capacidad total de desalación de agua de mar de 104 hectómetros cúbicos al año procedente de un total de 20 complejos de desalación públicos y privados. De los 78,3 hm3/año que se producen, 69 son para el suministro a la población y 9 hm3/año para la agricultura. Específicamente, el Consejo Insular de Aguas explota en la actualidad cuatro desalinizadoras de ósmosis inversa que producen entre 5.000 y 15.000 metros cúbicos al día. En estos momentos, junto con el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) del Ministerio de Ciencia e Innovación, se trabaja en una ambiciosa iniciativa, por valor de 20 millones de euros, que permitirá desarrollar y testar tecnología innovadora aplicada a la desalación de aguas en Gran Canaria. 

Dedicamos asimismo un enorme esfuerzo a la reutilización de aguas negras –las depuramos casi en su totalidad-  haciendo una aportación de 12,7 hm3 anuales al sector agrícola de la isla, esto es, en torno al 30% de las aguas depuradas. Tenemos que conseguir que sea el 100% y en ello estamos trabajando. Esto supone más de 100 hm3 de agua desalinizada o regenerada. En estos momentos se están ejecutando obras tan importantes como la EDAR de Bocabarranco en Gáldar y se está a punto de licitar su emisario submarino.

Para abaratar los costes de producción y reducir las emisiones de CO2, una de las líneas de trabajo prioritarias es la transformación de las actuales instalaciones, combinando la desalación, depuración y reutilización con el empleo de energías sostenibles y sistemas de ahorro energético. 

Por ese motivo pusimos en marcha el proyecto RENOVAGUA, un ambicioso plan para que 26 plantas de desalación y depuración, distribuidas por todo el territorio insular, se abastezcan de energías limpias. El Cabildo destina a esta propuesta un total de 18 millones de euros. El objetivo es reducir en un 40% el uso de energías convencionales en la producción y distribución de agua, dejar de emitir 17.000 toneladas de CO2 a la atmósfera y dejar de importar y consumir 4.670 toneladas de petróleo, además de ahorrar dos millones de euros  de la cantidad total destinada a desalar agua. 

En estos momentos se trabaja también para garantizar el agua en nuestras cumbres y medianías a través de convenios con heredades y particulares, nuevas redes de riego, adquisición de bienes hidráulicos, etc. El Área de Agricultura ha tramitado, desde 2018, unas 25 obras de infraestructuras hidráulicas en 10 municipios por un importe total de 2.375.000 €, entre redes de riego, depósitos de almacenamiento, acondicionamiento de estanques y mejoras en las interconexiones hidráulicas de comunidades de regantes o heredades de aguas. Por su parte, el Consejo Insular de Aguas de Gran Canaria ha ejecutado igualmente, desde la misma fecha, 7 obras en infraestructuras hidráulicas por importe total de 1.700.000 €.  

Además, el Consejo Insular de Aguas ya dispone de 1.000.000 € para el mismo propósito,  aumentando así la red de redes, sistemas de almacenamiento y recursos hídricos en medianías, para asegurar la disponibilidad de agua durante las épocas de menos lluvias. Por su parte, el Ayuntamiento de Tejeda aporta con fondos propios una partida económica de 2.000.000 € para tal fin, lo que sumará más infraestructuras hidráulicas de propiedad pública.

También dentro de la propuesta “La Cumbre Vive”, se encuentran en redacción 6 proyectos de plantas de depuración natural por parte de los Ayuntamientos de Artenara, Tejeda y Gáldar,  financiadas por el Cabildo de Gran Canaria. De esta forma se conseguirá un recurso hidráulico complementario más para la zona, dando además así una solución a un problema ambiental de núcleos urbanos aislados. Se trata de una inversión de 1 millón de euros. También se destinan casi 400.000 euros a la recuperación de la Finca de Los Lavaderos y su estanque cueva. Estamos hablando en total de casi 10 millones de euros de inversión, a lo que se sumarán los 700.000 metros cúbicos anuales de agua del Salto de Chira. 

He querido a vuela pluma resumir todas aquellas acciones que se realizan desde el Cabildo y el Consejo Insular de Aguas de Gran Canaria para avanzar en la seguridad hídrica de la isla. Es un camino absolutamente necesario para adaptarnos a las afecciones del cambio climático, luchar contra la desertización y seguir impulsando las soberanías energética y alimentaria  en Gran Canaria.

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