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Sobrevivir a un amaraje

José Manuel Balbuena Castellano / José Manuel Balbuena Castellano

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.En Canarias, hemos tenido también accidentes parecidos. Cuando yo vivía en La Palma (isla en la que habité durante siete años) cayó al agua un avión DC-3, que pocos minutos antes había despegado del aeropuerto de Los Rodeos, con destino a la Isla Bonita. La Palma tenía en aquella época un pequeño aeropuerto en Breña Alta, que era bastante peligroso. Más de un avión se salió de la pista alguna vez. Por si fuera poco, casi en la cabecera de la pista se encontraba un cementerio.

El accidente aconteció el 16 de septiembre de 1966. El piloto Eugenio Maldonado, al comprobar que tenía problemas en uno de los motores, optó por realizar un amerizaje de emergencia, frente a la localidad costera de Bajamar, en la Península de Anaga. Este hecho permitió salvar la vida a veintisiete personas. Solamente falleció una, pero no a consecuencia del impacto, sino, como se comprobó más tarde, a causa de un infarto que sufrió.

Los pasajeros y tripulantes fueron rescatados inmediatamente, pero el señor que murió se hundió en el océano dentro del aparato. Se daba la circunstancia de que aquel día viajaban a la Palma algunos maestros que iban a tomar posesión de sus escuelas porque daba comienzo el curso. Conozco personalmente a dos de estos maestros. Uno de ellos es Pancho Orihuela, un galdense con una fabulosa voz de bajo que más tarde se integraría en el grupo musical Cuasquías. Él daba clase en la escuela de Las Manchas, un barrio perteneciente al municipio de El Paso, que es donde yo vivía. Pancho formaba parte de la alegre y joven camarilla de amigos que teníamos en El Paso y siempre amenizaba con su portentoso vozarrón nuestras juergas y tertulias. Pancho dijo en aquella época, después del accidente que pudo contar, que no subiría más en un avión. Sin embargo, tuvo que hacerlo poco tiempo después debido a unas circunstancias familiares.

Otra de las maestras que iba en el avión siniestrado era Mari Carmen Pérez, natural de Los Llanos de Aridane, que viajaba con su hija pequeña (que hoy es médico). Vivía en Gran Canaria porque está casada con otro galdense, Manuel Sosa. A ella la conocería más tarde porque impartió clases, como yo, en el colegio Canarias de Las Palmas de Gran Canaria. Ambos maestros eran y son unos excelentes compañeros.

He leído hace unos días en el periódico “Publico” que, si bien el comandante Sullenberger es considerado un héroe en Estados Unidos por salvar la vida a tantas personas, no ocurrió lo mismo con el piloto español Eugenio Maldonado, ya que su hazaña le costó un consejo de guerra en tiempos de Franco.

Según relata, en una entrevista que le hace EFE al señor Maldonado, que cuenta hoy con 72 años, esta situación fue provocada porque había muerto uno de los pasajeros que, como dije antes, se había aferrado a su asiento y no se salvó debido a un infarto y no ahogado como se creía. Asegura que hizo todo lo que fue posible por salvar a los pasajeros “y, sin embargo, querrían fusilarme”, dijo. Comentó que es más dificultoso posar un avión en el mar, por la dificultad del oleaje, que en un río que ya está muy reposado en su desembocadura. Así que, gracias también a la serenidad de este piloto español, muchas personas le deben estar hoy con vida.

José Manuel Balbuena Castellano

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