Espacio de opinión de Canarias Ahora
Temporal y presión alta
Siempre que ocurre me quedo con la duda de si son desastres inevitables por mor de la fuerzas ciegas de la naturaleza y en cuanta medida agravan los destrozos las edificaciones e infraestructuras defectuosas y en lugares inadecuados; ésos que en tiempos llamaban nuestros mayores caminos del agua de toda la vida, para rematar con lo de Dios nos libre cuando los barrancos reclamen lo que es suyo. Por suerte, no hubo, que yo sepa, daños personales. No considero tales las agujetas de un sábado entero achicando el agua que se me colaba por un ventanal orientado, maldita sea, al sureste. Pasa cada vez que la lluvia viene de allá acompañada de viento. Aquí suele construirse con la idea de que casi nunca llueve con tanta intensidad y no hay manera de saber si te lo han hecho bien hasta que el cielo se desgaja y lo pone todo a prueba; es decir, perdido. Pero eso no fue nada comparado con lo cerca que estuvieron de la tragedia en Jinámar. Allí se vino abajo un pedazo de muro y hubo que desalojar al menos a 300 vecinos de las viviendas de las Ramblas. Sin males mayores que los materiales, quizá porque los vecinos estaban de alguna manera alerta. Cuando cayó el de la calle Pancho Guerra, dicen que el Ayuntamiento ordenó inspeccionar todos los muros de la ciudad; para curarse en salud y porque es su obligación. El caso es que allá por noviembre los técnicos municipales le echaron un vistazo al de Jinámar. Los vecinos llevaban tiempo con quejas por su mal estado, pero los técnicos aseguraron que no había problema alguno. Con lo que acertaron parcialmente, pues es cierto que tras venirse al piso deja existir la posibilidad de que se derrumbe; por aquello de muerto el perro, etcétera. El caso es que hubo suerte. No tengo datos para afirmar que el Ayuntamiento haya sido negligente. Pero sí que es otro aviso para extremar la vigilancia y no haya una próxima vez. Es verdad que esos trabajos no aparecerían en los encartes periodísticos a todo color de Luzardo, pero quienes pasan cerca de los muros o viven al lado de ellos también son hijos de Dios. No les hablo de las goteras de otros efectos del temporal porque tengo el día bueno y nadie ha culpado a Jerónimo y su mitin de presentación del mal tiempo. Además, uno es de los antiguos y con tal de que llueva acepto de buen grado las agujetas de achicar. Me pueden los condenados ancestros, ya saben. Habrán visto que no he mencionado el debate sobre el estado de la nacionalidad. No me senté a verlo porque según el médico me sube la presión. Aunque, la verdad, yo creo que los discursos de Adán Martín más bien me la bajan.
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