Espacio de opinión de Canarias Ahora
The hurt locker (En tierra hostil)
El contingente armado -formado por fuerzas estadounidenses y británicas, pero con el apoyo de otros países, entre los que se encontraba España- demostró ser muy superior, por lo menos en un primer momento, a las tropas de la temida guardia republicana de Saddam.
Por dicha razón, el 9 de abril, 21 días después de comenzar las hostilidades, la ciudad de Bagdad era capturada y su líder se convertía en un fugitivo en busca y captura.
Saddam Hussein fue capturado el 13 de diciembre de ese mismo año 2003 y, con su detención, muchos quisieron ver el fin de una era y el principio de una paz duradera para Iraq. Lo que ocurrió en realidad fue que su encarcelamiento no solamente no ayudó a pacificar el país, sino que terminó por suponer un revulsivo para una población cada vez más descontenta con la invasión de la coalición extranjera.
En la actualidad, y a siete años vista del comienzo de la guerra, la situación continúa estando fuera de control y nadie se atreve a plantear, siquiera, una solución que pueda evitar el continuo recuento de víctimas mortales a que nos tienen ya acostumbrados los medios de comunicación, cada vez que se habla de Iraq. Lejos quedan las proclamas justificando la invasión, no en términos económicos ?verdadera razón de la guerra- sino en defensa del modo de vida occidental y en busca de unas armas de destrucción masiva, las cuales nunca se encontraron, porque nunca existieron salvo en los despachos de los políticos.
Ahora Iraq se ha convertido en una piedra de toque para las tropas allí destacadas y para las empresas occidentales que tratan de reconstruir el país, eso sí, con enormes beneficios.
Nada ni nadie está a salvo de la generalizada y constante guerra de guerrillas que sacude cada rincón de la antigua capital de régimen iraquí, Bagdad, algo que igualmente sucede en el resto del territorio. Tras la invasión, Iraq es una ratonera llena de amenazas letales, la mayoría de ellas en forma de bomba, las cuales desangran a las fuerzas de ocupación y los miles de civiles que han muerto desde que la invasión se puso en marcha.
Los únicos que se anteponen al efecto demoledor y destructor de las bombas -sembradas por todos aquellos empeñados en desalojar a los invasores del país- son los artificieros que recorren las calles, tratando de desactivar los ingenios que cada día son depositados en cualquier sitio imaginable.
Uno de estos cuerpos es el EOD ?Explosive Ordenance Disposal- del ejército de los Estados Unidos de América. Formado por soldados del ejército de tierra, su singladura arrancó a comienzos de la Segunda Guerra Mundial, aunque ha sido en las últimas décadas cuando sus integrantes han tenido que enfrentarse a los mayores retos.
Una de las unidades de EOD destacada en Iraq es la protagonista de la última película de la directora Katryn Bigelow, The Hurt Locker, presentada en nuestro país en el pasado festival de Sitges 2009, dentro de la sección Seven Chances, y ahora llega hasta nuestras pantallas.
La película arranca con la frase siguiente: La descarga de adrenalina que proporciona una batalla es una adicción fuerte y, a menudo, letal, ya que la guerra es una droga. Esta frase es del periodista y reportero Chris Hedges, quien ha escrito el libro War is a force that gives us meaning. Con dicha frase, la directora y el guionista, Mark Boal ?ambos productores- nos dejan claro cuál será la motivación de los personajes, en especial la del sargento William James (Jeremy Renner) que es sobre quien pivotará toda la acción. Para James, no importa lo peligrosa que pueda resultar una misión. Su frialdad profesional, la cual roza tendencias suicidas, le lleva a tomar riegos que nadie, en su sano juicio, aceptaría.
A la vista de las misiones, el grupo comandado por el sargento J.T. Sanborn (Anthony MacKie) se sitúa, a lo largo de la narración, en la línea que delimita la cordura de la locura y, ésta queda, en muchos momentos, oculta. No obstante, la osadía y temeridad de James, a punto está de costar la vida a sus compañeros de equipo en más de una ocasión. De ahí que su comportamiento termine por hacer peligrar la cohesión de un grupo de hombres que se necesitan mutuamente para poder sobrevivir en aquella ratonera sin salida.
En otras circunstancias, lo más normal sería relevar al sargento James por alguien más cabal, queriendo evitar desastres. Sin embargo, la guerra de Iraq se ha convertido en una pesadilla donde solamente los más osados sobreviven, o aquellos mejor armados, y donde la lógica hace tiempo que desapareció.
Quien mejor representa estas palabras es el grupo de contratistas privados, capitaneados por el actor Ralph Fiennes, cuyos caminos se cruzarán con los de Sanborn y sus hombres, en una escena que bien pudiera formar parte de una comedia feliniana, aunque estemos hablando de un drama bélico. Al final, tendrán que ser Sanborn y sus hombres los que asuman los riegos de una situación demencial a todas luces.
Otros personajes, tales como el coronel John Cambridge (Christian Camargo) o el profesor Nabil (Nabil Koni) nos acaban por demostrar que ni James está tan loco, ni su postura es tan difícil de entender.
Quizás para las personas que no conozcan el estamento militar y, en especial, las relaciones que se establecen en tiempos de guerra entre los miembros de un determinado cuerpo, el comportamiento de Sanborn y sus hombres, especialmente el del sargento James, les parezca algo marciano. No obstante, la suma de adrenalina, el sentido del deber y la camaradería que se forma durante una contienda es, como muy bien dice Chris Hedges, más adictiva que cualquier droga conocida.
Bigelow, directora conocida por su endiablada capacidad visual y sus dotes como realizadora de películas de acción, realiza un trabajo sobresaliente, mezclando los momentos de tensión extrema ?en algunas secuencias, uno tiene ganas de esconderse detrás de la butaca ante la inminente explosión de una de las bombas que aparece en la película- con pequeños retazos de intimidad o conversaciones en la que conocemos más sobre la personalidad de los protagonistas. Son momentos de tranquilidad, antes del desasosiego que domina gran parte del metraje de la película.
Lo realidad es que la peor de la guerras es la que se libra en casa, donde las cosas no son igual que en territorio hostil y donde a las personas sí que se las deja tiradas sin ninguna excusa. Para James, ni su flamante esposa Connie -interpretada por la atractiva actriz Evangeline Lilly- ni su hijo son razones de peso para abandonar su labor como artificiero, y eso que las cosas cada vez pintan peor para los miembros de la EOD.
The Hurt Locker es un impactante fresco de una guerra, la de Iraq, que se ha convertido en el callejón sin salida del país más poderoso del mundo. Ni sus enormes medios ni su potencial humano han sido capaces de doblegar una situación cada vez más incómoda y que le sigue suponiendo bajas entre las tropas allí destacadas
.
Bigelow no se corta en plasmar lo que muchos medios estadounidenses todavía se niegan admitir, además de repartir las culpas entre todos los participantes de la tragedia que cada día se representa en las calles de una ciudad como Baghdad.
Cuando las luces de la sala se encienden, no está tan claro como al principio que la actitud de Jame sea la equivocada, ni mucho menos su elección.
De lo que no hay duda es que la guerra de Iraq fue un tremendo error, promovido por quienes no dudan en mandar hombres a morir por mor de la cuenta de resultados de unos pocos. Resultan mucho peores que cualquier bomba de las que debe desactivar James.
Y eso sí que es una locura, se mire por donde se mire.
Eduardo Serradilla Sanchis
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