Una tomadura de pelo

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Ahora resulta que sí se puede hacer lo que parecía imposible que se pudiera hacer. Ahora resulta que todos los niveles de la administración pública tienen los instrumentos necesarios para poder llevar a cabo las restricciones precisas en aras de salvaguardar la salud de la ciudadanía. Pues qué quieren que les diga. No lo entiendo. Y no lo entiendo porque nos han estado apretando desde un confinamiento total, encerrados en nuestros hogares teniendo que cumplir escrupulosamente con todas las derivadas contenidas en un estado de alarma de forma que las aperturas graduales solo serían precisas si se daban las ratios sanitarias adecuados. De hecho, esta consideración ha hecho que en Canarias se hayan esfumado casi 9.500 millones de euros. O lo que es lo mismo, que el PIB en 2020 se recortó en un 20,2%. Y cuando baja el PIB ¿qué es lo que sube? ¡Premio! El desempleo con una tasa del 25,42% según las estadísticas oficiales. De hecho, no creció oficialmente más porque a muchas personas se les había suspendido el contrato a través de la utilización de los ERTE creado como instrumento en 2012, que sería del 33,52% si las incorporáramos. 

Aún se recuerda el 21 de junio de 2020, día en el que se decidió eliminar el primer estado de alarma. En ese momento las instituciones se sintieron huérfanas para poder seguir utilizando la coacción y pasar a la persuasión con la finalidad que los habitantes de los diferentes territorios entendieran que el cuerpo no estaba para fiesta alguna. De hecho, algunos meses después se volvió a decretar un nuevo estado de alarma habida cuenta de la insuficiencia de instrumentos de restricción a la movilidad y el intercambio que se podrían llevar a cabo sin menoscabar ningún derecho constitucional. Por ello nos podríamos preguntar el por qué no puede que suceda lo mismo en estos momentos. Porque el entramado legislativo no ha cambiado en demasía. Y si fue posible, ¿por qué no se hizo desde junio y nos evitábamos situaciones de incompatibilidad de la situación sanitaria con la económica?

Otra cosa bien distinta es tomar decisiones por un motivo meramente político. Ahí la cosa cambia. Celebrar comicios, movilizar cargos públicos por niveles de la administración y derivar prioridades han convivido con cierres perimetrales y elevación de los costes de transacción para los procesos de transacción de mercado. Y ahí es donde más chirría la cosa, la verdad, porque si la dificultad ya nos rodea, imaginemos dicha dificultad aliñada por una volatilidad continua que hace que los entornos cambien prácticamente en tiempo real, una incertidumbre que hace mutar los protocolos con mucha asiduidad, una conformación de problemas complejos junto a la propia ambigüedad de las situaciones.

Ahora bien. La lectura positiva de la evolución no son solo las cifras en concreto. Es la reacción de la estructura económica en relación con las posibilidades de generación actividad económica y empleo. De hecho, se ha visto como desde que se eliminan parte de las restricciones, la evolución económica es positiva. La conclusión a esta reflexión no es otra que la que se ha de basar en los cimientos de nuestro crecimiento y desarrollo económico. Es decir, los pilares de nuestra estructura económica no están en crisis por lo que el tiempo que se ha de perder en un debate interesado ha de ser mínimo para centrarlo en fortalecerla con la finalidad de ofrecer resiliencia social apostando por la disminución de la vulnerabilidad y dependencia, teniendo en cuenta que la especialización productiva es parte de la competitividad necesaria. Y ahí sí que queda mucho por hacer.

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