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Trenes en islas

Eustaquio Villalba Moreno / Eustaquio Villalba Moreno

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Los transportes terrestres en islas también están condicionados y solo en las islas grandes el tren es un sistema de transporte competitivo desde el punto de vista social, económico y ambiental. De hecho, el tren solo es parte importante del sistema de movilidad en islas de más de doble de superficie del que suman todas las islas canarias juntas, donde la población no esté muy dispersa, que haya núcleo importantes y suficientemente alejados para que sea rentable utilizar el tren y justificar su gran impacto territorial en un territorio pequeño. Dado que la mayor de las islas canarias apenas supera los 2.000 Km2, las distancia a de las líneas férreas apenas superarían el medio centenar de kilómetros. Si se quiere un tren que cubra el trayecto a una media de más de 120 kilómetros por hora prácticamente no se pueden poner paradas y, por tanto, no beneficiaría a la población de las medianías pero, si ponen muchas paradas la velocidad media se reciente y no resulta competitivo con una guagua con carril exclusivo que cubra es misma distancia.

El impacto de las líneas de tren en el territorio son enormes, en primer lugar paisajístico pues aísla el litoral del resto del territorio, distorsiona las escorrentías y aumenta el impacto local de las lluvias torrenciales y, solo si solucionara el problema de la movilidad en la isla, se podría admitir la necesidad de tan cuantiosa inversión. Pero al no cambiar la estructura de los flujos de transporte, por el contrario contribuye a su congestión, lo más probables es que le pase lo mismo que al aeropuerto de La Gomera. Pero, en esta ocasión agravado por la mayor inversión, impacto territorial, negativas consecuencias sociales y el carísimo mantenimiento de las líneas férreas.

El problema de la movilidad es buscar la manera de hacer más cortas las distancias en tiempo, con el menor coste energético y, por supuesto, con menor impacto a la sociedad y al medio ambiente. Está claro que un sistema de túneles que atraviesen la isla de norte a sur, y que incluya carriles exclusivos para el transporte público, supondría que la distancia entre los núcleos del norte y los del sur estará en torno a los 60 km, poco más de media hora en tiempo de guagua. Así se desatascaría el área metropolitana, permitiría canalizar todo tipo de conducciones, energía, aguas, comunicaciones por estos túneles, disminuir notoriamente el impacto social, ambiental y, por si fuera poco, hace innecesario expropiar casa y fincas ni arrasar espacios protegidos. Por si todo esto no fuera suficiente, los túneles son más baratos de mantener, y, si cumplen la normativa, son más seguros que el tren, entre otras razones porque la construcción de las líneas férreas en Tenerife conlleva la realización de más kilómetros de túneles que los necesarios para conectar el norte y el sur.

Carriles exclusivos para el transporte publico y la conexión subterránea de las dos vertientes permite que guaguas -equipadas con las ultimas tecnologías de guiado y ahorro energético- unan cualquier punto de la isla con rapidez eficacia y a un menor costo por viajero que los trenes. Otra ventaja adicional son la conexiones, las guaguas necesitan poca infraestructura en las paradas, todo lo contrario de las estaciones ferroviarias. Una red de transporte público basado en la guagua no aísla el territorio ni margina las medianías y su impacto paisajístico es infinitamente menor que el que ocasiona el tren y todas su compleja maquinaria de mantenimiento de vías y material rodante.

Si se optara por el modelo de túneles en Tenerife, no ahorraríamos los contribuyentes mucho dinero que podrían cubrir o por lo menos paliar los enormes déficit en equipamiento social que tenemos sus habitantes. Pero la opción más cara y menos eficiente es la elegida por nuestros representantes. Si tenemos en cuenta el sobre coste que tienen este tipo de obras en Canarias en las que se mueven tantos miles de millones de euros, se podrá entender porqué, empresarios y políticos, tienen tanto empeño en macro obras cuya viabilidad futura es más que dudosa.

Eustaquio Villalba Moreno

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