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Se vende reforma laboral

Juan García Luján / Juan García Luján

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Así nos venden la reforma laboral desde el gobierno. Como algo inevitable. España lidera las tasas de desempleo de Europa (y Canarias las de España). Entonces recurren a la frasecita mágica: “no somos competitivos”. La frase la repiten los líderes empresariales, los ministros del gobierno, los portavoces de la oposición y los líderes sindicales. En las tertulias de la SER, en las de la COPE, en las de Intereconomía la frase es la misma: “no somos competitivos”. Tenemos la enfermedad detectada, el problema es qué medicina hay que tomar. Aunque también hay un problema de diagnóstico: “no somos competitivos por culpa de Zapatero”, “no somos competitivos por los ocho años de Aznar que promovió el boom inmobiliario”. Y el público a escuchar y chuparse el dedo.

Resulta, fitetú, que no somos competitivos porque cuesta un pastón echar a los trabajadores. Quieren despido gratis. Como en Estados Unidos. Nos hablan de Alemania como el motor de Europa pero no se fijan en los sueldos de los alemanes, ni en la apuesta por I + D de los países nórdicos (apuesta que hacen desde el Estado y desde el mundo de la empresa). El modelo de los salarios debe ser China, Asia o África, donde están montando las fábricas para ahorrarse gastos. Aquí cada uno pone la lupa en el dato que más le interesa para llegar a la misma conclusión: no saldremos de la crisis por culpa de los delegados sindicales, de lo caro que cuesta el despido, de la pasta que hay que pagar a la seguridad social?

Pongamos ejemplos de empresas competitivas y empresas ruinosas. El señor que tiene una tienda de comestibles en el barrio no es competitivo, porque pretende sacar tres sueldos de la tienda. Y con la fuerza de esos tres trabajadores pretende atender a todos sus clientes. Los trabajadores además cobran más de mil euros. El señor de la tienda del barrio tiene una empresa ruinosa porque no puede vender sus propias marcas blancas. Vende más caro aunque gana menos en sus productos. Una empresa competitiva es Telefónica. Una multinacional maravillosa. Si usted tiene problemas de conexión a Internet llama y le responde una máquina o, en el mejor de los casos algún empleado que está en Buenos Aires o en Tánger, con sueldo argentino o marroquí, que son sueldos competitivos. Sueldos baratitos. Los sueldos multimillonarios para Eduardo Zaplana o antiguos traficantes de influencias que defendieron la privatización de la compañía.

La última consigna en el capítulo de defensa de la reforma laboral la soltaba este domingo el presidente del PSOE, Manuel Chávez. “No somos inmovilistas. Tenemos que evolucionar”. Claro que sí. La reforma laboral es un producto de la evolución de los tiempos, y de las especies. La especie homo obrerus pierde defensa, la especie homo patronus se hace más fuerte. Se trataría de aplicar las teorías de Darwin al materialismo histórico de Marx: los animales fuertes sobreviven y los débiles mueren. Marx (Karl no Groucho) era optimista y pensaba que los burgueses iban a cavar su propia tumba, la concentración del capital aumentaría la fuerza de la clase obrera que tomaría conciencia de clase y haría la revolución para establecer la dictadura del proletariado.

Pero está tardando la historia en darle la razón. La dictadura del proletariado no llega. Aunque tampoco llega el final de la historia que anunció en 1992 Francis Fukuyama, el hombre que nos prometía capitalismo eterno. Al final ni Marx, ni Darwin, ni Fukuyama, ni Zapatero, ni Rajoy, ni Díaz Ferrán (está bonito como modelo de empresario), ni Méndez, ni Toxo... Lo mejor será recurrir a Murphy, para explicar esta reforma laboral con su ley: siempre podemos ir a peor.

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