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Resistencias a los cambios

Rafael Morales / Rafael Morales

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El esfuerzo de comprender siempre da mejores resultados que los pronunciamientos apresurados a golpe de titulares de prensa o visiones conspirativas de los acontecimientos. La historia reciente de América Latina parte del rechazo de amplios sectores de la población al neoliberalismo que los arruinó. Esta actitud colectiva arrasó con los viejos partidos políticos que gestionaron el retroceso económico y social, dotándose de otras opciones políticas. Las formas, naturalmente, correspondieron a las características de cada país: Ortega, Morales, Correa, Chávez, Lula o Kirchner. Tres de ellos (Venezuela, Ecuador y Bolivia) optaron por asegurarle normas legales a las reformas por medio de la convocatoria de elecciones libres a una Asamblea Constituyente, encargada de elaborar el nuevo campo de juego político.

Washington, los usureros del Banco Mundial y del FMI, las transnacionales y los beneficiarios nacionales del neoliberalismo decadente, decidieron desde el principio sabotear cualquier reforma que disminuyera sus beneficios. Ni siquiera estaban ni están dispuestos a perder las perspectivas de negocios fáciles en la medida que el Estado asume la protección de sus recursos naturales y establece leyes favorables a una más justa distribución de la riqueza. Cuando los charlatanes hablan sin fundamento de la “deriva totalitaria” en algunos países se refieren a intereses privados en peligro y no a la democracia misma.

La derecha boliviana entró en la Constituyente para evitar por las malas el nacimiento de cualquier proyecto constitucional que respondiera a la voluntad de la mayoría conseguida por Evo Morales y el MAS en las urnas. Campañas racistas, sabotajes, bandas armadas, desconocimiento de las autoridades electas y manejo perverso de la legalidad democrática ante la mirada ausente de los tribunales. Bolivia vive hoy una crisis política profunda, con las velas desplegadas de la oligarquía para derrocar al presidente Morales ante la complacencia de la embajada gringa, las transnacionales y sus medios de comunicación adictos, algunos de los cuales cuentan la historia al revés. Para ellos, quien empuja la desestabilización son, precisamente, Evo Morales y sus partidarios. Derrocarlo vía golpe militar estaría justificado de antemano y en nombre de la democracia. ¿Será posible?

Venezuela recurrió a la Constituyente y a la elaboración de la Constitución vigente desde 1999. La oposición votó en contra o se abstuvo porque, decía, prepara “una deriva totalitaria”, que nadie ha visto todavía. Prefirió los caminos del golpe de Estado y el sabotaje petrolero ante la ausencia de base en la población que le suministrara apoyo electoral. Cuando el presidente Hugo Chávez propuso enmiendas constitucionales para seguir avanzando con sus reformas, los golpistas de siempre descubrieron de repente el carácter democrático de la Constitución que habían rechazado en 1999 porque preparaba la llegada del comunismo. Ahora proclaman que desconocerán el resultado de ganar el “sí” a las enmiendas constitucionales por el mismo motivo. Jamás juegan limpio. El presidente Rafael Correa tiene suficientes precedentes para saber lo que le espera. A ellos, a los de siempre, les importa un bledo la suerte del pueblo ecuatoriano. Bolivianos, ecuatorianos y venezolanos merecen superar las actuales dificultades y seguir adelante. Se juegan el presente y el futuro.

Rafael Morales

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