Ante don Pepito hay muchísimos dirigentes políticos tinerfeños que se postran como si del apóstol Santiago (y cierra España) se tratara. Lo ha hecho Zerolo, lo ha hecho Paulino, y lo ha hecho estos días Ricardo Melchior, que empezó reclamando que la Diócesis de Canarias se pase a llamar de Las Palmas y ahora se ha subido al carro de la libertad de expresión con una naturalidad propia de cualquier surfero en la cresta de la ola. En las filas del PSOE también hay “caguetas”, dicho sea en aplicación del mismo término usado en un editorial de El Día. Tenemos catalogado como ejemplo número uno a Javier Abreu, secretario general socialista de La Laguna, que le dijo al periodista Andrés Chavez en Megalatina (chunda-chunda) que ya había telefoneado a don Pepito para solidarizarse con él y pedirle disculpas por el feo de sus compañeros en el Parlamento. Tras las palabras de Abreu se escuchaba el sonido metálico de una caja registradora que maneja con destreza Ani Oramas, alcaldesa de La Laguna, que tiene cogido a Abreu por los fondos. De su cuenta corriente, a la que cada mes transfiere 5.000 eurillos de nada. Bueno, de fondos públicos.