Nunca el despido de un periodista, o por ser más precisos, nunca la ruptura de relaciones entre un periodista y la empresa en la que colaboraba, había levantado tanta polvareda en Canarias. La decisión de la Cadena Ser de prescindir de los servicios de Carmelo Rivero, conocida este lunes, ha provocado un auténtico terremoto en el mundillo mediático tinerfeño y una avalancha de solidaridad acompañada de duras críticas contra la empresa periodística. Rivero, como hemos contado aquí, es un hombre históricamente muy vinculado al mundo más cercano al poder tinerfeño, y eso se notó mucho este martes. El afectado recorrió diversas emisoras de radio de la isla para ser entrevistado por compañeros de profesión deseosos de meterle un dedo en el ojo a la Cadena Ser, a cuya directora, Lourdes Santana, acusan, y no necesariamente por este orden, de canariona, de ignorante, de inhumana y de mala profesional. Valorada extraordinariamente por quienes han compartido trabajo con ella en Canarias7, en Radiotelevisión Canaria y en Televisión Española, ha sido empezar a ejercer en la emisora más importante de Canarias, Radio Club Tenerife, para pasar a convertirse en una perfecta inútil. Hasta la radio pública de Canarias, en un gesto nada habitual que ha sido considerado por la Ser como una agresión, dedicó un amplio espacio a criticar una decisión empresarial de una empresa privada.