Era de esperar por el tono que siempre han mantenido sus representantes, pero había una posibilidad de encontrar una solución para la recuperación para el uso público del palmeral del oasis de Maspalomas que RIU desprecia por completo. Lo contaba este martes el periódico La Provincia al recoger la reacción de la cadena hotelera mallorquina a la oferta de diálogo lanzada por el Gobierno y por Lopesan para desbloquear la situación generada tras la apertura de expediente de declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) de ese espacio natural, privatizado por la desidia y la negligencia de sucesivas administraciones. Ni negociación ni pacificación. RIU no quiere oír hablar de recibir compensaciones urbanísticas en otro sitio a cambio de participar en un proyecto de regeneración del espacio, de habilitación de piscinas y jardines de uso público, nuevos balnearios y un nuevo centro comercial que sustituya al que ahora se cae a cachos en ese enclave tan especial. Y anuncia que mantiene sus pleitos contra el Cabildo de Gran Canaria por haberle chafado la posibilidad de convertir su hotel Maspalomas Oasis en un paredón de 25 metros de altura que terminara por ocultar a los ciudadanos el palmeral. La cadena mallorquina asegura que le va a reclamar a la Administración 30 millones de euros de indemnización, al tiempo que trata de que le aprueben un nuevo proyecto de hotel que quizás debió haber planteado desde el primer minuto para ahorrarse tantos contratiempos. La altanería tiene las patas muy cortas, como la mentira. Si se sostiene, como se sostuvo hace muy pocos meses, que ha de derribarse ese hotel de 40 años porque corre peligro serio de derrumbe, con el consiguiente riesgo para personal y huéspedes, ¿qué hace ahora mismo abierto el mismo establecimiento sin ejecutar ni una sola obra de rehabilitación? ¿Acaso han desaparecido los riesgos? Si ahora los arquitectos del grupo trabajan en nuevos proyectos que minimicen el evidente impacto del biombo inicial, ¿por qué no se diseñó el nuevo establecimiento con esas prevenciones? Si se abre un expediente BIC que habrá de desembocar en unas exigencias arquitectónicas, urbanísticas, de conservación y de usos, ¿con qué criterios se está diseñando ese nuevo hotel? ¿Acaso conoce RIU qué parámetros emplear? Si la respuesta de los juristas, los expertos y los ambientalistas avalan las razones del Cabildo para el BIC, ¿por qué mantener las demandas judiciales, las exigencias de indemnización y la cerrazón absoluta a reconocer que se comete un error? Antes venían solo de la meseta.