Hasta los peritos mercantiles que le han propuesto deben haberse llevado las manos a la cabeza ante la trayectoria vital y profesional del personaje y el tiempo que han tardado en reconocerle públicamente su labor. Iniciado en la profesión periodística a los 19 años, edad con la que publica sus primeros trabajos, maduró a la sombra de su tío Leoncio Rodríguez, cuya “enseñanza le ha permitido desplegar con gran brillantez la máxima responsabilidad de editor y director de El Día y de Jornada”. Esas enseñanzas y su sólida formación profesional y moral, llevan a su hagiógrafo a afirmar que, “junto a su altísima cualificación como prestigioso periodista, reune en su persona la condición de director de una empresa periodística que edita dos diarios”. Y lo hace con “sensibilidad social”, lo que “ha demostrado fehacientemente reciclando a los trabajadores y no prescindiendo en ningún caso de sus servicios”.