El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Más de tres años en remojo
Jesús González Martín, Chus, el de La Caja, entidad que le dio pasaporte al descubrir cómo se manejaba el muchacho en la entidad, lloraba en 2006 por las esquinas. No podía creer que la Policía y el juez Parramón le hubieran pillado en conversaciones obscenas con Alfredo Briganty alrededor del negocio eólico. Él, hijo de un inspector del Banco de España, despojado de su honor por ser el coadyuvante financiero de la operación en la que unos cuantos se pretendían forrar sin escrúpulos de ningún tipo. Estaba tan desesperado que hasta engañó a su letrado y amigo, José María Aranda, grabándole a escondidas conversaciones propias entre un abogado y su cliente y poniéndolas a disposición de Alfredo Briganty, uno de los cerebros de la operación, para que las utilizara como mejor creyera. Un dechado de confianza que suponemos mantendrán ahora en él sus actuales jefes donde quiera que esté trabajando. Pero, si las conversaciones que González grabó clandestinamente a su abogado son de 2006 ó 2007 y fue en este último año cuando las envió a Briganty, ¿por qué ha tardado tanto el prestigioso abogado de Qvadrigas en ponerlas en conocimiento de la fiscalía para que las investigue? ¿Esperaba quedar desimputado antes por algún milagro de la superioridad? ¿Tiene esto algo que ver con la cercanía de las elecciones locales? ¿Qué le dijo a Briganty Antonio Castro Feliciano cuando lo fue a visitar el otro día?
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