No sabe Mederos, quizás porque le contaron la historia incompleta, que fue José Francisco Henríquez el autor del Plan Parcial de Anfi Tauro, el que promovió todos los proyectos que derivaron en las consiguientes adaptaciones a las Normas Subsidiarias de Mogán y al Plan Insular de Gran Canaria. Fue su odiado ingeniero el que diseñó dónde irían las villas, dónde los hoteles, dónde el golf y dónde la marina. Es decir, el autor del proyecto que tanto ha entusiasmado al prestigioso periodista. Era Henríquez quien dirigía la ejecución de Anfi Tauro hasta que entró en vigor la moratoria y el empresario noruego Björn Lyng se enfrentaba a la necesidad de tramitar la famosa declaración de interés general ante el Cabildo que presidía José Manuel Soria. Una mano perfectamente identificada llevó el recado al empresario noruego: si tienes a Henríquez como director del proyecto, olvídate de que Soria te tramite el interés general. Y el empresario así se lo comunicó al ingeniero, que fue apartado del proyecto y sustituido por el yerno de un consejero del PP en el Cabildo. Luego vino el viaje del salmón y todas las trapisondas que se investigan ahora en el TSJC.