La decisión de saltarse el pliego y poner vigilantes donde no es debido fue del que fuera insigne concejal de Las Palmas de Gran Canaria Antonio Naranjo, en su día especialista en la implantación de casinos y otras originalidades marca de la casa del PP. Pepa se lo debió pedir y para allá fue él a decirle a la UTE que había que tener contenta a la señora alcaldesa, no fuera a cogerse un berrinche. También puso vigilancia indebida el señor Naranjo en el parque de la calle Cervantes, detrás del cementerio de Vegueta, porque él es así y así lo estuvimos sufriendo unos añitos. Los vigilantes de Pepa y Naranjo no han sido despedidos sino recolocados en otros parques cerrados de la ciudad (Canódromo y Casablanca III) donde se ha considerado más necesario su concurso.