Bajo la admirable apariencia de crear empleo y de dinamizar la economía, la empresa pública Gesplan se está convirtiendo en un monstruo que podría terminar reventándole en las manos al Gobierno. Nacida a principios de los noventa, esta empresa pública sólo tenía como objeto social colaborar con las corporaciones locales canarias en el imprescindible impulso al planeamiento urbanístico, tanto de los municipios como de las islas. Lejos de haber conseguido tal propósito (San Bartolomé de Tirajana es el principal exponente de ese fracaso), Gesplan ha diversificado su actividad hasta derivar en una máquina para la propaganda gubernamental en tiempos de crisis más cercana al chavismo que a la concepción moderna que se espera de una empresa pública impulsora del tejido económico y social. Bajo el enigmático manto de la encomienda de gestión, cuya naturaleza y fines deben ser revisados con urgencia por el Parlamento de Canarias, Gesplan lo ha invadido todo, incluso el ejercicio libre de la profesión para gremios hasta ahora solventes como los arquitectos o los ingenieros. Los colegios profesionales ya están en pie de guerra, con el susto en el cuerpo porque van a enfrentarse a todo un Gobierno en tiempos convulsos y con las espaldas muy debilitadas como consecuencia de la drástica caída sufrida en su actividad. Les recomendamos los reportajes que desde hoy ha empezado a publicar nuestro compañero Iván Suárez.