Nos ha salido extravagante (por decirlo fino) el director general del Menor y la Familia, José Luis Arregui, que si no acierta de puertas afuera, menos lo hace dentro de su departamento. Esta semana volvió a protagonizar un escándalo en la Consejería de Asuntos Sociales a cuenta de la destitución del jefe de Servicio de Programas de Adopción de Menores. Como les contamos aquí en su momento, Arregui se llevó por delante a este funcionario sin argumentarlo debidamente, lo que provocó que el afectado, José Enrique Hernández Curbelo, interpusiera el correspondiente recurso contencioso-administrativo con solicitud de unas medidas urgentes que le han sido concedidas. Efectivamente, mediante un auto del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 2 de Las Palmas de Gran Canaria, se obliga al director general a reponer en sus funciones y con los honores de ordenanza al funcionario indebidamente removido, en lo que se entra en el fondo de la cuestión y se resuelve el recurso. Pero lejos de acatar el auto, ese martes Arregui se apuntó a bruto y despreció al funcionario y a los buenos modales requeridos a un cargo público.