Debe ser el efecto Dimas y la constatación de que en política -y por contagio en otros órdenes sociales- cuanto menos escrúpulos y más trapisondas, mejor. Si Dimas Martín es capaz de presentarse a las elecciones, salir elegido, apoyar a un Gobierno sin sonrojo por ninguna de las partes, ser presidente de un Cabildo y votar en un Parlamento democrático a un magistrado que le va a juzgar pronto por varios delitos, cualquier cosa es creíble en el Bajo Volta. Por ejemplo, puede ser perfectamente creíble, y les garantizamos que lo tienen que creer, que José Carlos Mauricio, consejero de Economía y Hacienda, le haya colocado al presidente del Gobierno, en forma de asesor, a un lanzaroteño imputado por el escándalo del antiguo Icfem. No sabemos si lo sabe Adán Martín, pero por si acaso, se lo vamos a contar enseguida.