El pleno de este jueves sirvió para comprobar con qué facilidad se puede caer en el absurdo. Australia Navarro, portavoz del PP cuando Soria la deja (el miércoles fue el presidente del PP quien intervino en las comparecencias de los portavoces ante los periodistas), sucumbió a la tentación de ejercer de líder de la oposición de la oposición. Es decir, confundió a Juan Fernando López Aguilar con Paulino Rivero y dedicó su turno de réplica a desacreditar al líder socialista. Australia, a la que los servicios de la Cámara colocan una pequeña tarima ante el taca-taca en cada intervención, contó las 33 descalificaciones que, según dijo, había vertido López Aguilar, y se quejó amargamente de “la falta de calidad democrática” que supone que “no salude al presidente”, que “critique al Gobierno”, que “deslegitime la mayoría parlamentaria” o que “vuelva otra vez con el sancocho, las monsergas o las mentiras”. Australia, en las antípodas del buen parlamentarismo.