Gracias a tanta diligencia, los contratados, que ahora se convierten en auxiliares administrativos, se dedicarán a dar clases cuando estén a punto de terminar sus contratos, pero con la categoría que no es. Y Dios proveerá, que se dice en casos como éste, tan frecuentes. Porque tras este mes y medio perdido, quedan al genial Khrabcha cuatro meses y medio para que termine el proyecto, según relatan los afectados, que tienen un cabreo supino. Por cierto, ¿sabemos algo de los ordenadores? ¿Y de las conexiones a Internet? Porque encima no pedirán a los contratados que los traigan de casa, ¿o sí? A ver si hay suerte, Rafael, de corazón, hombre.