La presencia de Soria y Roldós no ha de escandalizar a nadie porque ambos estaban allí respondiendo a una invitación de su socio de gobierno, sin necesidad de compartir nada de lo que allí se aprobó o se dijo. Ni soberanismo, ni nación canaria, ni me gusta la bandera, ay, mamá bandera tricolor, ha de ser aplaudido por tan ilustres invitados. Pero es comprensible que la crítica a esa radicalización se haya hecho con cierta sordina desde Canarias, entre otras cosas porque la quiebra que ha sufrido Paulino Rivero en su respaldo orgánico podría afectar a la estabilidad del Gobierno del que forma parte el PP. No es aventurado pensar que la gente de La Palma o de Fuerteventura esté hablando en serio cuando dice que hay que ajustar un poco esos acuerdos tan férreos entre nacionalistas y populares que están suponiendo un claro desgaste electoral para CC.