El viceconsejero de Industria del Gobierno de Canarias, el muy mentado Juan Pedro Sánchez, resiste como un jabato las inclemencias del tiempo y la destitución que, en cualquier otro sitio civilizado, acarrearían sus propios dislates políticos. Su consejero, Jorge Rodríguez, no se atreve a tocarlo por indicaciones de la superioridad, que El Hierro pesa mucho en el actual contexto gubernamental y las amenazas de reformas electorales. Así, investido de esa onerosa impunidad y con un descaro digno de mejor causa, el señor Sánchez permite, por ejemplo, que becarios y colaboradores sociales se dediquen dentro de la consejería a realizar tareas asignadas a funcionarios públicos, según han empezado a denunciar los sindicatos. Como quiera que las centrales han solicitado ya una entrevista con este portento de la política, al hombre no se le ha ocurrido cosa mejor que llamar uno a uno a los becarios para ver quién de ellos es el responsable de que estas irregularidades hayan llegado a donde no debían. A partir de este miércoles, la caza de brujas se extenderá a los que pudieran o pudiesen habernos contado estas humildes cuitas.