Solamente se echó en falta (si alguien lo hizo, que no nos consta) la presencia de autoridades del Partido Popular, seguramente ocupados por la visita que a la misma hora giraba a la isla Eduardo Zaplana. Lo más parecido a una personalidad del PP que encontramos fue José Miguel Bravo de Laguna, que se encogía de hombros cuando alguien le preguntaba por la crisis interna del que sigue siendo su partido. “Yo ni pregunto, no vayan a creer que me intereso”, dijo con la cordialidad que le caracteriza. Tampoco apareció por allí el último delegado del PP, Antonio López, que hubiera complementado bien a los dos últimos socialistas, Eligio Hernández y Anastasio Travieso, que bajó de su retiro voluntario en Tejeda para volver a comprobar lo revuelta que anda la cosa en la capital.