No hay acto judicial de ringo rango que, ante la presencia del magistrado Francisco José Gómez Cáceres, presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del TSJC, no incluya broma. Hace muy pocos meses le escondió al presidente del tribunal, Antonio Castro, la medalla de San Raimundo de Peñafort cuando el palmero se disponía a imponérsela a Miguel Ángel Parramón. Y este viernes, con ocasión de la toma de posesión de cuatro jueces y una docena de fiscales, se la jugó a Demetrio Pintado, que apadrinaba a uno de estos últimos. En medio de tanta toga, tanta solemnidad y algún que otro peligroso estiramiento de cuello que contrastaba con otros andares prediluvianos, Gómez Cáceres dijo al fiscal apadrinado que tuviera “cuidado con ese padrino”. Se escuchó alto y claro. Y produjo el sordo relajo y comentarios ad hoc.