Dicen los más cercanos al núcleo duro de Presidencia del Gobierno que el cabreo de Paulino Rivero de este jueves por la mañana fue colosal. Sabía que la gestión del PP en Sanidad y en Turismo había sido calamitosa, pero jamás pudo imaginarse que iba a tener que enfrentarse a irregularidades tan sangrantes y altamente sospechosas. Ya andaba indignado con el pago de 668.000 euros en primas de productividad que los magníficos gestores sorianos le colaron a Bañolas por toda la escuadra, por lo que el asunto de las clínicas privadas ha transformado el cabreo en indignación inconsolable. Porque siendo malo como es que se despilfarre dinero público en cualquier momento, mucho más lo es cuando se están acometiendo severas medidas de austeridad y de recorte de gastos. Pero el colmo es que, a mayor abundamiento, esos sobrecostes puedan tener algo que ver con comportamientos relacionados con la corrupción. Porque, queridísimos lectores, es más que probable que volvamos a enfrentarnos a un nuevo caso de pásale ese maletín al moreno que lo va a recoger y verás qué pronto lo arreglamos todo. Nadie jamás pudo imaginarse que la precipitada marcha del PP del Gobierno iba a tener resultados tan calamitosos en tan poco tiempo. Y sin levantar alfombras, que conste, que Soria dejó dentro del Gobierno un fiel y leal escudero.