...Y a ellas envía a los niños malos para que aprendan. Se producen en los últimos días extraños movimientos en La Caja de Canarias. Lo de extraños viene a ser poco más que un decir teniendo en cuenta a lo que nos tienen acostumbrados tras la vuelta al tiempo de las cavernas. Resulta que contrastados profesionales están siendo desplazados de la calle Triana con destino a alguna de las oficinas de la capital grancanaria. Es el premio por ser gente molesta, de esos a los que se les ocurren ideas retorcidas del tipo ejercer el constitucional derecho a la huelga. Lo más hiriente del asunto es que si se trata de profesionales que han venido desarrollando su labor de modo intachable en la central y no tienen experiencia en oficinas, los primeros que lo notaremos seremos quienes bajamos al banquito de la esquina. El tan traído enanismo reinventa de este modo dos máximas empresariales tan de modo: la calidad y los incentivos. Rebaja la calidad destinando personal válido a puestos que nunca han ocupado e inventa con ello los incentivos negativos para ese personal. Si la cosa fuera privada del todo, se podría decir que allá cada cual con sus manejos, pero teniendo un Consejo más político que de otra naturaleza, la pregunta necesaria varía: ¿se habrán ido todos los que cobran dietas de vacaciones al mismo tiempo? Lo tenemos más menudito.