Repitamos la frase: “Ha soportado campañas que quedaron en nada porque nunca hubo nada”. Soria jamás ha sido víctima de una campaña, sino más bien rehén de sus propios actos y de sus propias palabras. El caso salmón, al que se refería Rajoy, fue producto de un comportamiento totalmente anómalo en el que se enredó Soria él solito mintiendo al TSJC y consiguiendo que se le archivara, no sin un duro informe del fiscal que afirmaba que allí hubo delito. Luego, tampoco “quedó en nada el caso salmón”, y no sólo por esa consideración absolutamente palmaria del Ministerio Público, sino también porque quedó constatado -incluso en el auto de archivo- que el comportamiento de Soria existió, que hubo viaje y que al empresario propietario del jet se le acabaron dando las camas turísticas que reclamaba. Luego, no hubo campaña y sí la constatación de que el hombre de Rajoy en las Islas actuó de modo indecente y, aunque prescrito, presuntamente delictivo a ojos del fiscal.