Y si al perro flaco todo son pulgas, también se ha sabido ahora que el ex vicepresidente del Gobierno valenciano Víctor Campos cambia de estrategia de defensa y admitirá ante el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana que recibió regalos de la trama corrupta de empresas que dirigía el empresario Francisco Correa y cuyo representante en Valencia era Álvaro Pérez, El Bigotes. Campos, en principio, no recurrirá el auto del caso Camps, en el que el juez instructor José Flors rechazaba el archivo solicitado por los otros tres imputados -el presidente valenciano, Francisco Camps; su número dos, Ricardo Costa, y el ex jefe de gabinete de la Consejería de Turismo, Rafael Betoret- y acordaba continuar con la investigación de un presunto delito de cohecho pasivo impropio, recogido en el artículo 426 del Código Penal. Ahora, después de que el auto le vincule con, al menos, un pedido de tres trajes, dos americanas y cinco pantalones, valorados en 4.850 euros y pagados por Pablo Crespo, copropietario de Orange Market y uno de los cabecillas de la trama, Víctor Campos ha decidido adoptar otra línea de defensa. ¿Disentirá algún día alguien del PP de las estrategias judiciales de Soria? No esperamos nada, porque muchas esperanzas de este calibre conducen inevitablemente a la melancolía.