Otro marronazo de la etapa soriana, personalizada por ese genio de la gestión pública que hoy es el consejero de Economía y Hacienda de Canarias (que sí, que lo es, no se restrieguen los ojos) es el del canódromo. La chiripitifláutica operación urbanística, que permitió un pase/sablazo/pelotazo de nueve millones de euros a un amigote de la tropa, tuvo este viernes otro episodio judicial con una resolución judicial con la que se deniega a los vecinos de Escaleritas, personados en la causa, la demolición de la actual e insultante torre levantada donde debía haber solamente un parque público. Saavedra se ha mostrado satisfecho, pero más por haberse ahorrado los 20 ó 30 millones de euros de la indemnización a Realia, la destinataria final de la operación, que por incordiar a Nardy Barrios, que ahora, con menos fanfarria municipal, hasta parece menos incordio. Para Saavedra, se entiende.