Ha sido muy astuto el napolitano Giovanni Carenzio poniendo tierra de por medio. Cada vez son más las personas que lo buscan afanosamente en Canarias para que les explique qué fue del dinero que pusieron en sus manos para que lo multiplicara de manera espectacular con operaciones que ahora se tornan más que sospechosas. Dicen los que le buscan que se encuentra en Nápoles escondido de los canarios que lo pretenden ir a buscar, cuando no protegido por una suerte de organización que no es congregación religiosa, precisamente. Aquí en Las Palmas de Gran Canaria se han quedado, no precisamente para dar la cara, dos personas que intervinieron en lo que tiene todo el aspecto de ser una estafa de diseño piramidal en cuya cúspide se supone que está ese gran relaciones públicas de la aristocracia local que ha resultado ser un cafre. Una de esas personas es su esposa, y el otro uno de sus socios, el abogado Jorge Manrique de Lara Martín-Neda, que aparece denunciado en Tenerife por haber metido en el embolado a dos familias de “rancio abolengo”. Manrique no sabe donde meterse quizás porque es consciente de que corre el riesgo de que le afloren otras andanzas que tuvieron que ver con la gestión de las cosas de su hermana en su encarnizada lucha por sacarle los cuartos a un marido que tuvo.