Nardy Barrios ha recuperado el género epistolar para contestar, y de paso aruñar, a su adversaria política. Es una práctica admirable porque nos permite a todos conocer, por ejemplo, que quien hace de amanuense debe revisar urgentemente las normas básicas de puntuación y algunas otras de la gramática. Pero lo es más porque la epístola permite la meditación pausada e inteligente del discurso que se desea transmitir, lejos de la calentura del momento o del pim-pam-pum que se puede generar ante un enjambre de micrófonos hambrientos. Aún así, la carta de Nardy a Pepa contiene certeros golpes bajos, especialmente en el pasaje referido a los “trabajadores que llevaban más de treinta años al servicio del Ayuntamiento”, que “fueron despedidos por el señor Castaneda (FCC), empresario que usted conoce muy bien, y cuyos despidos nos llevaron al colapso, paralizando el mantenimiento de los colegios durante dos meses. No movió entonces usted ni un dedo para defender a estos trabajadores (...)”. Ajá, “tu Castaneda, bonita”, vendría a decirle Nardy, aquel famoso representante de FCC-Medio Ambiente, que tanto hizo por el brillo y esplendor del consistorio cuando el PP campaba a sus anchas. Y luego quitó la escalera para que Jerónimo se tambaleara.