La otra gran noticia que corrió este jueves como la pólvora por Telde, despertando una indisimulada alegría entre la parroquia, fue la del cierre de Radio Aventura. Sin pretenderlo, el Ayuntamiento ha hecho un inmenso favor a los propietarios de esa emisora (tanto al comando legal como al político-militar) porque de esta manera van a empezar a ahorrarse a medio plazo un pastón ganso en abogados, costas judiciales, indemnizaciones y bocadillos cada jueves en el Salto del Negro, que es donde podría terminar muy pronto uno de los protegidos de los Reyes, abrazamicrófonos deslenguado y delincuente, por más señas. Radio Aventura era escuchada por el morbo que despierta entre la ciudadanía comprobar el tamaño de la burrada que se suelta cada mañana a las ondas con una naturalidad propia de un terrorista y conocer la identidad del pobre empresario que el día anterior se negó a anunciarse. O del político o periodista que se atrevió a criticar los modales groseros e ilegales que se practicaban en esa frecuencia.