Si la entrevista refleja fielmente lo dicho por el subdelegado del Gobierno (de lo que no dudamos en absoluto) estamos ante un político flojo, flojo, flojo. Como nos temíamos. Hemos leído sus contestaciones detenidamente y, en efecto, responde a la perfección al perfil de político al uso que se escuda en las incompetencias de los adversarios para tapar las suyas propias, cuando no directamente sus clamorosos errores y hasta la corrupción endógena. Si se le pregunta por financiación ilegal del Partido Popular, responde con el caso Filesa, de financiación ilegal del PSOE en los años ochenta. Si se le pregunta por la merma cada día más acentuada de inversiones del Estado en Canarias, responde con el Plan Zapatero (2009), sin concretar ?seguramente porque no sabe de lo que habla- las cantidades que asegura se prometieron y no llegaron nunca. Acto seguido se coge los dedos cuando, al ser cuestionado por los “recortes en carreteras”, trata de escabullirse alegando que “cuando se hizo el convenio había un escenario presupuestario distinto”, lo que traducido al cristiano significa, sí, hemos hecho recortes en carretera. Si se le pregunta por la Policía Autonómica, apoyada por su partido en 2007 durante su pacto casi eterno con Coalición Canaria, contesta que “a veces hay que hacer ciertas concesiones para conseguir otras cosas”, sin que quedara aclarada qué “otras cosas” consiguió el PP a cambio de endilgarnos la Guanchancha de la que ahorra reniega. Y si al subdelegado del Gobierno se le concreta un aspecto tan sensible como la garantía de evacuación de Santa Cruz de Tenerife en caso de accidente, el responsable de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado responde al periodista que “eso es competencia local”. La refinería, ni tocarla, al igual que el petróleo, del que reconoce que existen riesgos, “como en casi todo”. Por ejemplo, existe el riesgo de tener un gaznápiro en una subdelegación del Gobierno. Existe. Y no pasa nada.