Ya lo decía Román Rodríguez el mismo día en que se confirmaba el tamaño de la puñalada que habría de recibir de sus compañeros de Coalición Canaria, tanto de los de la provincia de Santa Cruz de Tenerife como los más flojos de la de Las Palmas: esto va a traer consecuencias. O algo así. Las consecuencias son, como se podrán imaginar todos nuestros lectores a estas alturas, absolutamente imprevisibles. Lo único cierto es que el todavía presidente en funciones (cesará en el cargo este martes) anda dándole muchas vueltas a la cabeza sobre cómo coger carrerilla y no abandonar demasiado la primera línea de fuego político. No ha dicho mentira cuando ha afirmado que será diputado los cuatro años de esta recién estrenada legislatura, y nadie lo podrá remover de ese escaño que ha obtenido. Otra cosa es que se sume a otras actividades de mucho parlamentarismo y mire un poco más a la izquierda, que ya se sabe lo mal que le ha ido por mirar al otro lado y fiarse tanto de los que tanto se fiaron de Mauricio.