Nueva jornada del primer juicio por corrupción del PP en la era soriana y nuevas relevaciones dignas de algunos comentarios en esta humilde sección. Ya saben por la crónica que les ofrece nuestro compañero Alexis González (al que pueden seguir en Twitter al filo mismo de la vista oral) que la jornada no fue suficiente para la declaración del denunciante de la trama del Grupo Europa, el ingeniero y ahora abogado Francisco Benítez Cambreleng. Las defensas de los demás imputados ?él también lo es y se defiende a sí mismo- tenían mucho interés en interrogarlo y en tratar de encontrarle alguna rendija por la que colar la tan traída y llevada teoría de la conspiración, el famoso Soriagate, como si, de confirmarse, los hechos juzgados carecieran de verosimilitud para pasar a ser, automáticamente, alucinación producto de una fiebre aftosa, o así. No les vamos a entretener con esas majaderías, pero sí que les llamamos la atención sobre la parte final del interrogatorio que a Benítez Cambreleng le hace el fiscal anticorrupción, Luis del Río. En concreto, Del Río le pregunta si tiene alguna animadversión hacia el PP o hacia los acusados, a lo que el denunciante de la trama contesta con una novedad muy significativa: que algún resquemorcillo puede sentir hacia José Luis Mena, ex jefe de los Servicios de Urbanismo de Telde al que, presuntamente, él mismo hizo llegar 30.000 euros para que hiciera la vista gorda en el negocio de Grupo Europa en aquella ciudad. ¿Y eso? Se preguntaron por lo bajini algunos presentes en la sala. Pues eso es porque el tal Mena, que es cualquier cosa menos sutil, “ha tenido conmigo actuaciones chulescas con las que me ha querido amedrentar, y he estado a punto de interponerle una denuncia”. Perdón, señor Cambreleng, ¿el tal Mena le ha tratado de amedrentar, es decir, ha tratado de influir sobre su ánimo para que de alguna manera cambiara su testimonio y dejara de acusarlo a él? ¿Se refiere, por ventura, al delito contra la Administración de Justicia por presionar a un testigo? Vaya, vaya, cómo nos recuerda ese comportamiento al que el mismo acusado, hoy jefe de los servicios jurídicos del mismo sufrido Ayuntamiento, protagonizó con un conocido periodista de Telde, al que obligó a cambiar sus declaraciones policiales cuando tocó reiterarlas ante el juez acerca del hallazgo y posterior filtración de la famosa libreta de Toñy Torres en el caso Faycán. El periodista es hombre temeroso de Dios y de los hombres tamaño armario cuatro por cuatro, y amante intachable de su familia, por cuya integridad no le gusta temer. Pero Cambreleng dijo más cosas, y la más gorda tiene que ver ?cómo no- con nuestro admirado José Manuel Soria.