Las razones para tan estrepitosa caída en desgracia, que le ha supuesto pasar de manejar cierto poder dentro de las organizaciones empresariales -y ya se sabe que ese poder se mide en miles de euros de gestión para proyectos- a las galeras, tienen su paralelismo con la caída plateada. Bien es cierto que Arnáiz ha sabido acercarse convenientemente a José Manuel Soria, presidente del PP, para ver si hay alguna posibilidad de que se aprovechen sus conocimientos y la experiencia adquirida en estos meses en favor de la causa conservadora. Pero, analizando el origen de esta defenestración debemos situarnos nuevamente en la reunión del Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria del pasado 12 de noviembre. Reunión en la que se decidió adjudicar la ampliación del dique Reina Sofía a una UTE formada por Dragados y Construcciones, Fomento de Construcciones y Contratas, Matías Marrero Construcciones y Contratas (MM) y DRACE, por la módica cantidad de 72 millones de euros. Una ampliación (la del dique) que, como se ha ido comprobando en los días sucesivos, fue el pistoletazo de salida para la puesta en marcha del ambicioso proyecto de Frente Marítimo tachín-tachín.